El del trabajo es un mercado de reacción lenta, al contrario de lo que ocurre con el mercado de capitales, cuyos movimientos son rotundos e instantáneos. Quiere esto decir que pasará mucho tiempo desde la consolidación de la mejora económica hasta que los índices de desempleo se reduzcan hasta niveles cercanos a la época anterior a la crisis, que parece que lleva con nosotros un siglo y apenas cumple una década. Preocupa el empleo de los jóvenes y se toman medidas para su acceso al mercado, a costa de adelantar las jubilaciones. Pero el paro no baja. De hecho, los países nórdicos mantienen las tasas de desempleo más bajas con el mayor porcentaje europeo de empleados con edades comprendidas entre los 55 y los 65 años. Merece reflexionarse y tal vez habrá que ir pensando en vidas laborales más largas con jornadas más flexibles y adaptables, para redistribuir el trabajo y el tiempo.
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