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Javier Morán

El Cormorán

Javier Morán

Europa al desagüe

Uno de los atractivos del Festival de Cine de Gijón es que su supuesto -cada vez menos- carácter independiente y alternativo, permite que caiga en las nasas alguna de esas películas europeas que describen magníficamente el camino del continente hacia el desagüe, esa especie de hundimiento moral, de desesperanza que va desde los Pirineos a los Urales (curiosamente, a la Europa latina hay que echarle de comer aparte). La película "Zurich", de la directora Sacha Polak y producida por Holanda, Alemania y Bélgica, es un magnífico espécimen de ese cine culto que ha desahuciado a la Europa central y del norte. Una mujer, integrante de un coro que interpreta desde Bach a country, pierde a su compañero, un camionero polígamo que sustentaba a dos familias. La malla de autopistas centroeuropeas, tan formidables y tan desoladoras, serán el espacio por el que vaga la mujer tras el deceso en una errancia angustiosa y casi abocada al suicidio. También hay películas de la desolación en el cine hindú, marroquí, filipino o mexicano presente en la sección oficial del certamen, pero nada iguala a un europeo maliciándose de su futuro, ni a la desesperanza de un continente que lo inventó todo, incluida la opulencia y el bienestar (EE UU ha logrado lo mismo, pero superándolo a base de la liviandad y manteniéndolo con ese cine despreocupado tan ampliamente difundido). Por lo demás, dicha sección oficial, a falta de tres películas y con dos excepciones relativas, sólo ha ofrecido cositas, con lo que se consolida la línea de debilidad del postcienfueguismo. Dichas excepciones serían la academicista película mexicana de Ripstein, "La calle de la amargura", y una excelente cinta portuguesa ambientada en Brasil -con un vaquero costurero-, "Neon bull", que es carne de festival, de vacuno y humana.

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