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Maestro original y entretenido

El autor de "Conversaciones en La Catedral" destaca la elocuencia y la cultura del autor de "Oda en la ceniza"

Tengo el mejor recuerdo de las clases que le escuché a Carlos Bousoño en la Complutense, en uno de los cursillos de doctorado que seguí en los años 1958-1959. Era, de lejos, el más entretenido de todos los profesores que me tocaron y también el más original. Estaba revisando su "Teoría de la expresión poética" y nos sometía las modificaciones, añadidos y recortes que se proponía hacer para la nueva edición. Sus clases eran verdaderos debates en los que muchas veces los alumnos objetábamos algunas de sus afirmaciones y él escuchaba con mucho respeto nuestras opiniones y, por supuesto, a menudo las refutaba de manera aplastante. Exponía con gran elocuencia y con ideas, a diferencia de otros profesores, jamás trataba de lucir su cultura, que era muy vasta, y hacía un esfuerzo constante por hacernos participar de manera muy activa en el curso. No solo sabía mucho de literatura, sino nos contagiaba su pasión por la lectura, por los buenos libros, y nos hacía entender que la literatura trascendía largamente las aulas universitarias y debía formar parte integral de la vida de las personas. Siempre le estaré agradecido porque su clases fueron para mí un salvoconducto que me permitió entender la poesía moderna y gozar con ella. El magisterio de Carlos Bousoño salía fuera de las aulas y se proyectaba en los patios y jardines de la universidad y, a veces, en cafés y tascas madrileñas. Después de ser mi profesor, en aquellos remotos años, fue mi amigo y colega, y siempre estuve aprendiendo de él y agradeciéndole su enorme generosidad.

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