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Geólogo

El crepúsculo de los glaciares

Al igual que los océanos almacenan ingentes cantidades de agua salada (más del 96% del líquido elemento existente), los casquetes polares o "inlandsis" junto con los glaciares representan la más importante reserva mundial de agua dulce (64% del total de la potable), seguidos de la subterránea (30%). Pero además de constituir un recurso básico para la humanidad, las masas heladas juegan otros papeles nada desdeñables: por un lado, son reguladoras del ciclo estacional hídrico, coadyuvando su deshielo estival a mantener los flujos fluviales; por otro, al reflejar parte de la luz solar evitan el calentamiento del planeta, estabilizando los sistemas meteorológicos y por tanto preservando los propios hielos.

Las noticias son redundantes, vociferando ¡Los glaciares están en retroceso!

Efectivamente, cualquier usuario puede ratificarlo consultando imágenes de satélite en internet de un glaciar en diferentes épocas. Está constatado que en las últimas décadas estos acopios congelados han perdido -por fusión- volumen y superficie, afectando el hecho a todas las regiones terráqueas, desde los polos (Círculos Polar Ártico y Antártico) hasta las latitudes medias (Himalaya, Alpes, Kilimanjaro, Montañas Rocosas, Andes, Nueva Zelanda?). La acreditada revista británica "Journal of Glaciology" publicó este año (vol. 61, n.º 228), un riguroso artículo ("Historically unprecedented global glacier decline in the early 21st century"), firmado por Michael Zemp y 38 colegas más de diferentes universidades del mundo, donde se alerta del notable derretimiento y del subsiguiente retroceso de los glaciares a escala integral, y vaticinan que esta evidencia de fuerte desequilibrio proseguirá durante el presente siglo, incluso si se estabilizara el clima.

Cabe preguntarse entonces ¿a qué es debido este acelerado proceso de licuación?

El fenómeno no es nuevo, es sabido que a lo largo de la historia geológica, en concreto en la más cercana del Cuaternario, se sucedieron de manera alternativa y natural etapas de glaciación con otras interglaciares, en intervalos de duración variable. Los episodios interglaciares son causados obviamente por un calentamiento climático (en base a ciclos astronómicos, variaciones orbitales de la Tierra alrededor del Sol o a la actividad solar y volcánica), distinguiéndose en Europa Central cuatro, con las siguientes denominaciones, de antigua a moderna: Günz-Mindel, Mindel-Riss, Riss-Würm y Postglacial o Flandriense. Estas pérdidas en los grandes depósitos en estado sólido provocaron una mayor disponibilidad de agua en el mar con el consiguiente ascenso de su nivel (transgresiones).

No obstante, llama la atención que el actual ocaso glaciar coincida en el tiempo con el incremento de la emisión de gases invernadero -singularmente en los últimos 35 años- derivado del uso de combustibles fósiles. Ello inclina a pensar que buena parte del proceso debe ser atribuida a la acción del hombre, al emitir a la atmósfera dióxido de carbono (en el siglo postrero aumentó un 30%), metano, óxido de nitrógeno, ozono y clorofluorocarbonos, responsables del mentado efecto invernadero, resultante de la retención de parte de la energía que la superficie de la Tierra emite tras ser calentada por la radiación solar. Cada vez son más los grupos científicos que priorizan los factores humanos sobre los naturales como responsables del presente calentamiento. Por poner un ejemplo, invito a consultar el artículo firmado por Ben Marzeoin y otros en la prestigiosa revista "Science" (vol. 345, n.º 6.199 del 22 de agosto de 2014, con el título "Attribution of global glacier mass loss to anthropogenic and natural causes"), donde se demuestra que sólo el 25% de la pérdida de masa glaciar total durante el período 1851-2010 era atribuible a causas antropológicas, incrementándose éstas hasta un 69% en los 20 años posteriores.

La siguiente cuestión es, parafraseando al apóstol San Pedro, ¿Quo Vadis?, o dicho en román paladino ¿qué consecuencias se derivan del vigente calentamiento global?

Según fuentes de la organización internacional IPCC ("Intergovernmental Panel on Climate Change"), las dos primordiales son el descenso de agua dulce y el aumento de nivel del mar. En efecto, muchas regiones del ámbito glaciar tienen como fuente principal de suministro el líquido procedente del deshielo, tanto para uso doméstico, como para la agricultura o generar energía hidráulica. Vastas regiones asiáticas (India, China, Nepal?) y de América se verían seriamente afectadas por la ablación glaciar. En los últimos tiempos, el nivel marino ha aumentado a un ritmo de unos 2 mm. al año, tanto por el aporte procedente de los glaciares como por la expansión molecular del agua debido a las temperaturas más cálidas imperantes. Algunos modelos pronostican que a finales de siglo los hielos de la región ártica quedarán muy afectados, produciendo un aumento significativo de la cota oceánica, lo que inundaría miles de kilómetros cuadrados de tierra firme, con consecuencias devastadoras en los hábitats costeros.

Por otra parte, informes de expertos (por ejemplo, en "Climate Change 2007: The Physical Science Basis", editado por Cambridge University Press) alertan de que la emisión de carbono antropogénico provocará una acidificación progresiva de los mares (se prevé una reducción del pH entre 0,14 y 0,35 en este siglo), lo que tendrá resultados negativos sobre muchos organismos. Asimismo, las proyecciones sobre el cambio climático muestran que habrá impactos en diversos ecosistemas por su sensibilidad al aumento de temperatura y a la disminución de lluvia ¡Todo un panorama desolador! Confiemos que la próxima cumbre del clima a celebrar en París disipe estos negros presagios.

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