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Nueces de California

Bagels, houmous y demás

Los cambios que necesita la Universidad en España

Hace tiempo conocí a alguien que estaba muy ilusionado como padre primerizo y que, habiendo reflexionado mucho sobre la futura educación de su hija, me dijo que sólo le enseñaría a sumar y a multiplicar, porque a restar, dividir y establecer diferencias ¡ya se lo enseñaría la vida! Este artículo habla de diferencias y empieza hace ya algunos años en el pregón de las fiestas de Santa Bárbara en la Escuela de Peritos de Minas, al que fui invitado como pregonero. Comparé al entonces rector, el profesor Juan Vázquez, con un rey mago y le escribí mi especial carta de reyes. Le dije que como yo era padre de tres hijos, él era padre de tres campus y que no se me ocurriría que ninguno se me quedase ruin o muriese por inanición. Sonrió pero no me hizo caso. Durante este tiempo hubo cambio de rector, atravesamos una crisis económica (que en realidad fue una gran estafa) sin precedentes, y si les tengo que ser sincero pocas cosas han cambiado en nuestra Universidad, impertérrita. Al nuevo rector, el profesor Vicente Gotor, le pedí (antes de que lo fuera) que hiciese política de recursos humanos. Creo que tampoco me hizo caso.

Lejos quedan aquellos tiempos en que se pudo hacer una planificación de la plantilla analizando la pirámide de edades y las necesidades reales y futuras de cada departamento. Obviamente la crisis no ha ayudado, pero creo que gran parte de nuestros males se deben a muchos años de una política universitaria aburrida y continuista que no ha logrado imaginar la Universidad del siglo XXI. Pongo por ejemplo la figura de catedrático, que en la Universidad española se ha quedado vacía desde que el Partido Socialista realizó la ley de reforma universitaria pretendiendo, entre otras cosas, terminar con el sultanato académico de la época franquista. Muchos de los profesores de aquella época, los famosos PNN, se titularizaron por idoneidad. ¿Se acuerdan de Rubalcaba? Él fue uno de ellos. El Partido Socialista siempre ha igualado las cosas por abajo y el PP ha desarrollado redes clientelares. Las cosas en este aspecto han ido a peor, pues cada profesor es una cátedra en sí mismo debido al tan cacareado y mal comprendido principio de autonomía universitaria, que salvo en casos contados ha desembocado en un sistema donde no existe ningún tipo de jerarquía.

En este sistema de koljoses universitarios es muy difícil hacer nada, por ejemplo, formar equipo de investigación. Primero, porque no existe una financiación adecuada y lo que se denominan convocatorias competitivas están copadas por grupos de poder que surfean la miseria en detrimento de los grupos emergentes, controlando los centros de decisión y haciendo lo mismo durante décadas para mantener la gallina de los huevos de oro. Segundo, existe muy poca diferencia económica entre lo que percibe un profesor que posee todos sus sexenios de investigación y el que ha renunciado a su faceta investigadora. Es cierto que quizás no todo el mundo sirva para investigar, pero también lo es que se debería exigir a cada cual según la función para la que ha sido contratado.

En Francia, sin embargo, en las universidades públicas es casi imposible no pertenecer a un instituto de investigación. A los profesores que renuncian a esta faceta se les ha expedientado y privado de despacho. Bien es verdad que el Estado francés destina un gran esfuerzo financiador a la investigación y las empresas acompañan. La solución española es como siempre diferente: no doy, no exijo, pero penalizo. Este sistema es diametralmente opuesto al americano: ¿Qué necesitas? Te lo doy, y si no cumples ¡bye! Además, la organización universitaria es revisionista, pues ha endurecido considerablemente el actual sistema de habilitación, de tal manera que en lo que en su día fue necesario ahora no es ni suficiente. ¡Rubalcaba ha tenido mucha suerte! ¿Y sus alumnos? ¡Seguramente mucha desgracia!

En la Universidad española hay muchas estructuras obsoletas. Pongo por ejemplo las direcciones departamentales, cuya gestión docente podría realizarse mucho más ágilmente desde un organismo no docente donde se gestionarían las contrataciones, bajas y ausencias, etc., como se hace en las empresas. En Estados Unidos se hace así. En los dos años que estuve allí nunca vi tantas reuniones y tan inútiles como las que aquí se realizan. Aquí hay comisiones para todo, incluso para controlar a las comisiones. Sin embargo, allí vi cada lunes a los directores de las principales líneas de investigación reunirse y discutir en torno a una mesa comiendo unos "bagels" con "houmous" y queso fresco. ¿Que no saben lo que es el houmous? Pues, puré de garbanzos con tahini, aceite de oliva, zumo de limón, sal y ajo. ¡Así de sencillo!

En la Universidad española dicen que el ajo deja mal sabor de boca y desde las direcciones de los departamentos no se trazan las líneas de investigación, que deberían estar en sintonía con la sociedad y las empresas que nos rodean. Además los procesos de contratación son tediosos y poco ágiles, teniendo que contar con la aprobación de los "agentes sociales". Esto no es así en los países que dominan la ciencia y la tecnología. En 1989, cuando estaba en el Imperial College de Londres, el departamento donde realizaba mi investigación descendió por así decirlo a segunda división con el consiguiente impacto en su financiación por parte del Estado y también de las empresas. El director tardó un santiamén en fichar a varios investigadores de otras universidades para volver a primera. Fue como fichar a futbolistas con educación, cada cual con un sueldo en función de su valía. En España esto es ciencia ficción.

Y no hablo de las tesis doctorales y su defensa, porque entonces llenaría varias páginas. Solo digo que miren lo que se hace en Berkeley o en Stanford y se quedarían pasmados en cuanto a la agilidad y a la economía de medios. Aquí todo son trabas, con comisiones que solo sirven para entorpecer. Además, el trato que se da a los alumnos internacionales en esas universidades es excelente, minimizando los fracasos. Esto es primordial en un campus de excelencia internacional. No se trata de regalar nada, sino de establecer compromisos de éxito. ¿Y qué me dicen del uso de medios telemáticos para evitar gastos y grandes desplazamientos? Me ocurrió a mí en Iowa. ¿Para qué sirven si no las TIC que tanto gustan a los políticos? Podría seguir con la propiedad intelectual, la promoción, los salarios, la financiación y el reparto de recursos, los planes de estudios y el desastre de Bolonia, la calidad de la materia prima, etc., y llenaría varios periódicos.

Estas son diferencias significativas con universidades que están en los primeros puestos del "ranking" de Shanghai. Será por algo. En 2016 se aproximan elecciones universitarias. Es necesario que los candidatos a rector aborden estos temas y definan la Universidad de Oviedo del siglo XXI impulsando ante todo los recursos humanos. La del XIX ya la conocemos y no queremos oír que lo peor ha pasado. Sabemos lo que hay y eso no nos consuela. Si el debate se lleva mediante las típicas mamandurrias de "tú eres conservador y yo progresista", vamos mal, muy mal. Estas diferencias no tienen sentido, y menos en el mundo universitario que se basa en las ideas. Además, durante estos años de crisis hemos aprendido que nadie es indispensable.

El camino está claro, otra cosa es que lo queramos seguir: RH positivo.

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