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La tibieza de Rajoy y lo que dijo Woody Allen

Rajoy se deja ver poco y Woody Allen cumple ochenta años. Los primero tiene su parte incomprensible;Rajoy debería estar encantado de dejarse fotografiar con Pedro Sánchez porque ahí, al menos, no se le pone esa cara de monóglota desvalido tan evidente cuando se le acerca Obama, por ejemplo, a preguntarle qué tal le va. Siempre recuerdas aquella imagen enternecedora de un Zapatero náufrago en una reunión con Cameron y el primer ministro sueco, que colegueaban sin necesidad de traductores y dejaban a nuestro hombre en Moncloa- al de entonces- con todo el aspecto de un pulpo en un garaje (lo tuvo más veces) Con Hollande parece que nuestro actual presidente habla poco estos días. Hay acusaciones de tibieza que se oyen por ahí, y suenan bien. Pero lo cierto es que si el Gobierno de España se mojara más en la coyuntura actual y en vez de columpiarse con el verbo ayudar, tan guay y tan impreciso, mandara tropas a Mali, queda por saber cuál sería la reacción del electorado. Cuando se pierden votos es porque se ha hecho algo que no ha gustado. Rajoy no los quiere perder. Dice Woody Allen que si eres inteligente puedes fingir que eres imbécil, pero que al revés es imposible. ¿Tendrá razón el cineasta?¿Seguro? Y los asesores políticos ¿para qué están si no es para cubrir de barniz la insolvencia intelectual de quien les contrata?

Volviendo a lo de Mali, y a lo que Francia podría estar esperando de su vecina del Sur, queda en evidencia lo que importa: los gobiernos no quieren perder votos, y el Gobierno de España no sabe qué grado de compromiso quiere la peña que vota el día 20. Gobernar es apetecible, pero incómodo. Ya lo dijo muy bien Irene Lozano: lo de menos son las siglas. Vale decir, lo que hay que hacer es ponerse en candelabro bien iluminado, que sin eso no hay caballo ganador. Buena iluminación buscó Pedro Sánchez en el programa de Bertín Osborne- el must televisivo de la semana, sin discusión. La entrevista quedó mejorable; el candidato socialista quiso caer bien. Un fallo. Envarado y pobre de elocuencia, nos dejó como estábamos. Siempre pasa lo mismo: la importancia del look. ¿Y la sustancia? ¿Y la capacidad política? Si tan seguras están las lumbreras de nuestro ágora de que hay que reformar la Constitución ¿podemos llamar a Woody Allen para que nos diga quién es inteligente y quién se limita a quererlo aparentar? Bertín, hazme caso: tienes que llamar a Antonio Baños y verte con él. En tu casa o en la suya. Hazlo por España, caray, que está el país entero con cara de madridista. Y cuanto antes mejor.

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