Un político y un economista son dos profesionales a los que parece pertinente preguntar qué pasará, en la creencia de que el primero puede influir en lo que sucede y el segundo, avistarlo con los datos actuales y algunas herramientas prospectivas. Pero cuando se les pregunta algo que compromete una predicción muchos contestan "no tengo la bola de cristal", que significa "no tengo ni idea". ¿Qué hacemos preguntando a gente que no tiene idea y, además, cree que la bola de cristal existe, funciona y la tiene otro?
La bola de cristal, con su pitonisa de carne y hueso o autómata, era un objeto de feria hasta que, hace un mes, la puso en marcha el Ministerio de Empleo en su página web en forma de simulador de la Seguridad Social para que cada ciudadano calcule su pensión de jubilación. La simulación es lo que inspira todas las atracciones de feria: viajes espaciales, caídas libres, riesgos de accidente, espacios terroríficos, históricos... En el simulador de pensiones concurren la atracción del simulacro y la bola de cristal, dos cosas de feria. La pitonisa, como la ministra Fátima Báñez, sabe que lo que dice no tiene ningún valor real, sea un cuento, sea una cuenta de hoy sobre un historial de datos. Pero hay gente que cree que lo que dicen la bola de cristal o el simulador de pensiones sucederá en el futuro. La Ministra, como la pitonisa, se beneficia de la ignorancia de los ignorantes. Por eso la pitonisa da tanto asco.
La OCDE incluye en sus valores de base lo que otros llaman "la bola de cristal" ("identificamos y tratamos desafíos a largo plazo") y acaba de advertir de que las pensiones del futuro cercano serán muy inferiores a los salarios. Lo dicen sin tener en cuenta todas las veces que el Gobierno español saca grandes sumas de la caja ni la promesa electoral de Rajoy de que durante cinco años ningún contrato nuevo cotizará, es decir, meterá dinero dentro.
