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Profesor de Matemática Aplicada de la Universidad de Oviedo

La experiencia útil o la infinita tristeza

Reflexiones en torno a la política y su gran objetivo, - el servicio a los ciudadanos

Siempre se dice que la experiencia es un grado. Sin embargo, esto no es forzosamente cierto, porque ¿para qué sirve la experiencia si no existe aprendizaje? Para nada. Por lo tanto, cuando se habla de experiencia se está en realidad hablando de aprendizaje, pero no se dice así. El aprendizaje está relacionado con el concepto de utilidad. Siempre se habla de lo útil y de lo inútil. La principal acepción de la RAE dice que es útil todo aquello que trae o produce provecho, comodidad, fruto o interés. Existen otras acepciones más poéticas. Así, se podría decir que es útil todo aquello que modifica la actitud de la persona que lo percibe. Decía el escultor Auguste Rodin, conocido por sus esculturas en bronce sobre el movimiento y el cuerpo humano, que "útil es todo aquello que nos proporciona felicidad". De este modo, algo tan etéreo como la poesía caería en el terreno de lo útil. El arte también sería útil, porque como dijo el gran Antonio López, parafraseando a Rodin, "el arte proviene de la verdad". Este último decía: "Es feo en el arte lo que es falso, lo que es artificial, lo que pretende ser bonito y precioso, lo que sonríe sin motivo, lo que se amanera sin razón, lo que se arquea o endereza sin causa, todo lo que carece de alma y de verdad? todo lo que miente".

Lo mismo ocurre con la experiencia. No hay experiencia útil en política sino persigue la belleza y la simplicidad de la verdad y del servicio a los ciudadanos. No me gusta entrar en debates de índole político-partidista, pero me pregunto ¿para qué sirven políticos con experiencia que sólo defienden los intereses de "lobbies" y de oligopolios? Para nada. Últimamente, el PP, viendo que Ciudadanos les está comiendo la tostada, intenta vender la experiencia como argumento de voto útil. ¿En qué grado la experiencia de los políticos de los principales partidos del Estado nos ha sido útil? Un país donde uno de cada tres españoles está al borde de la exclusión social. Un país donde se estima que el 20% de los niños no recibe una alimentación adecuada. Un país donde se rescata a los bancos que han sido vaciados por sus gestores y se desahucia a la gente de sus casas como ratas. Un país donde el Senado es un cementerio de elefantes (sólo tienen que mirar a quienes nos representan) y existen puertas giratorias que son incluso utilizadas por los nacionalistas que tanto nos desprecian, por los representantes de los empresarios y también de los sindicatos, obteniendo pingües beneficios, mientras que la ciudadanía suda para llegar a final de mes, y se puede ser indigente trabajando. Un país donde las privatizaciones de la época de Aznar se han convertido en grandes oligopolios: las eléctricas, las telecomunicaciones, el petróleo y el gas, las constructoras... Y los que pagan cara la factura (energía, electricidad, telecomunicaciones, vivienda) somos los ciudadanos. Un país donde se estima que un 11% de la población pertenece a la categoría de pobreza energética. Un país donde los que nos dirigen son los más mediocres, y los jóvenes mejor formados tienen que emigrar forzosamente a otros países porque en el país que ha invertido en su formación no tienen futuro. Un país donde los impuestos indirectos que afectan a todos han aumentado hasta el 21%, y las grandes fortunas y las grandes empresas casi no contribuyen a la Hacienda pública. Un país donde cualquier familia de clase media destina más de la mitad de sus ingresos anuales a pagar la hipoteca. ¡Uf! ¿Cómo puede funcionar así la economía? Es imposible, dado que se estrangula a las familias y el consumo se colapsa debido al gran endeudamiento familiar. Mis palabras serían diferentes si nuestros dirigentes fuesen los primeros en dar ejemplo, pero desgraciadamente es lo contrario.

Y no me digan que todo esto es el fruto del capitalismo. ¡Eso es mentira! Por ejemplo, en Estados Unidos el Tribunal de la Competencia es sagrado; el IVA es de media del 6%; el precio medio de una casa unifamiliar varía entre 150.000 y 200.000 dólares; una licencia de construcción cuesta menos de 100 dólares y no es necesario proyecto; existe una ley de bancarrota familiar que se puede aplicar en caso de impago de una hipoteca o de cualquier otro evento inesperado, y los impuestos afectan más a la propiedad que a los salarios. ¿Siguen creyendo que estamos hablando de lo mismo? Lo que rige en España es un capitalismo de cortijos, amigotes y tráfico de influencias, donde no existe el libre mercado y las principales empresas pescan en el harén estatal. Y todo ello bañado por el álibi del Estado de bienestar. Es contradictorio que los ciudadanos estén hasta el gorro de políticos mediocres y que, sin embargo, quieran aún más Estado. El capitalismo necesita competitividad y claridad, pues de otra manera no funciona. Y la competitividad siempre tiene que traer como resultado un mayor beneficio para los ciudadanos. No hay peor noticia para un trabajador que no tener mercado, pues eso lo convierte en esclavo o, incluso peor, en indigente. Y da igual la protección laboral que éstos tengan: si no hay, no hay. Y si el ejemplo de Estados Unidos no les gusta, miren en países de nuestro entorno, como Alemania, Austria o Dinamarca. Y si no les convence ninguno de ellos, entonces ¡Houston, tenemos un problema!

¿De qué experiencia entonces nos están hablando? Y no he citado temas como el de la corrupción permanente, la infradesarrollada ley de Dependencia o el olvido de la mal llamada memoria histórica. Cualquier presidente de un país civilizado debería estar profundamente avergonzado hasta que este problema no se resuelva, pues los muertos enterrados en cunetas no tienen ideología. No se trata de recordar sino de enterrar a los muertos en sus tumbas y que éstos y sus familiares descansen en paz. No debería hacerse demagogia con un episodio tan triste y trágico de nuestra historia. Debería resolverse y punto. Es una vergüenza toda la retahíla de "políticos" revisionistas. Infinita tristeza me provocan todos estos sinsentidos que intentan obviar a los ciudadanos y hacernos transparentes. A esta pantomima yo no lo llamo política.

Pero lo peor de todo es la mediocridad y la insensibilidad. Suelen ir juntas. Desafortunadamente, no veo qué puede encontrar interesante una persona emprendedora en los programas del PP o del PSOE. Es el aburrimiento del "déjà vu", de la sempiterna falta de ideas, y de la confrontación de las dos Españas. Tampoco puedo comprender que se vote a políticos que prometen música de viento. ¿Serán fiables las encuestas? La estadística nunca se equivoca. Si los resultados son erróneos, pueden ocurrir tres cosas: que los que las responden son unos mentirosos, que éstas estén manipuladas, o ambas. De cualquier forma, los engaños nunca duran mucho tiempo. On verra, verra!

No acabarán los males hasta que llegue

la raza de los filósofos auténticos y limpios al poder,

o hasta que los políticos no se pongan a filosofar en serio.

(Platón, siglo IV a. C.)

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