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Todo es espectáculo

"Cuando todo es espectáculo, no hay más que espectáculo", decían los pensadores posmodernos de hace 30 años. El "debate decisivo" montado por Atresmedia en sus dos cadenas de TV ha sido un espectáculo concebido, preanunciado, celebrado y comentado al igual que una entrega de los Oscar o la final de una supercopa. Cuatro actores de la polìtica -tres candidatos masculinos a presidir el gobierno del país y una mujer supliendo la ausencia del que lo preside- nada dijeron que no hubieran repetido cientos de veces en formatos similares o diferentes, ni es presumible que motiven decisión alguna en los espectadores que tienen claro su voto para las generales del próximo día 20. Mucho menos en quienes aún se lo piensan, desconfiados por escarmentados. El espectáculo divierte, o no, por sí mismo, y se agota en sí mismo sin más consecuencias.

Ninguno de los cuatro se ha llevado la "estatuilla" ni metido el gol de la victoria, sino ratificado la imagen, los eslóganes y la cuota de fiabilidad que ya tenían en vísperas de la verdadera final. Las campañas electorales han cambiado hasta el punto de hacerse subsidiarias de los media catódicos, sometidas a ellos y resignadas al presunto valor de una hipererxposición que los expertos en la materia identifican con la desinformación calculada. El candidato del PSOE ha sido el único en testar credibilidad como posible jefe de gobierno, pero con una cesión relativa del estilo "showman" que puede dejarle en desventaja. El de Podemos exhibió aplomo, profesionalidad y sentido del humor, sin moverse un milímetro de sus ambigüedades. El de Ciudadanos, el más nervioso, rozó el paroxismo con sus gestos y vocalizaciones. Los expertos en "lenguaje corporal" estaban encantados. Había espectáculo.

La representante del PP cayó en la trampa de primar el pasado sobre el futuro, fiando las bazas de su partido a lo ya vivido como garantía de lo por vivir. En 1987 tuvo enorme resonancia en las estrategias electorales francesas un célebre axioma del diario Le Monde: "De lo que existe, ya no es necesario hablar". Podemos y Ciudadanos lo tienen clarísimo, como también el PSOE, aunque represente junto al PP la "vieja política" que los emergentes no llevan en su mochila. "Lo que existe" está interiorizado en la conciencia individual y colectiva de los electores, por su experiencia directa y por el agobio mediático de los contendientes. Si en el próximo debate "a dos" de Rajoy y Sánchez insiste el primero en lo que "ya no es necesario hablar", cederá al segundo el discurso del futuro, mucho más agradecido... al menos como espectáculo.

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