Félix Baragaño, presidente de la Cámara de Comercio de Gijón, ha abierto una buena ruta para la autopista del mar, que sigue en estado gaseoso. Insinúa en su carta de despedida del año que quizás el nuevo destino debería ser Rotterdam, el puerto holandés que pasa por ser el primero de Europa y uno de los primeros del mundo. La insinuación viene acompañada de prudencia porque Baragaño entiende, sin duda, que en Rotterdam una petición de ruta marítima no es recibida con el mismo entusiasmo que en Nantes. Lo que le sobra al puerto holandés son rutas, algo que, sin embargo, le falta a El Musel.
Pero el mensaje presidencial es una buena noticia porque demuestra ambición, primero, y luego sentido común. Mejor conectar nuestro puerto con uno de los grandes que con uno mediano, con todos los respetos que se merece Nantes. Ya es hora de que El Musel y, por extensión, Gijón se muestren ambiciosos en sus planteamientos. La Cámara de Gijón se muestra ambiciosa en sus reclamaciones, entre las que figuran aspectos tan importantes como el freno a la implantación de impuestos en Asturias, una de las comunidades que más mete la mano en el bolsillo de sus ciudadanos.
El optimismo que aparece en el final del mensaje de Félix Baragaño sería, sin duda, mayor si se atendieran las sensatas peticiones del presidente cameral, que ha llenado dos folios de sensatez y visión de futuro. Algo que viene muy bien en los tiempos que corren a Gijón y a Asturias y que tiene que ir más allá de las ya inminentes elecciones generales.
