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andres montes

Sólo dos se lo juegan todo

Los nuevos espacios de la campaña electoral

En su desesperación, UPyD ha exigido ante la Junta Electoral Central su cuota legal de pantalla en los programas de variedades por los que van feriando el resto de los candidatos. El árbitro de campaña dictamina que la reclamación no procede porque el entretenimiento televisivo está libre de la ortopedia de los tiempos y la equidistancia por imperativo legal, que arruinan la información electoral en los canales públicos y obligan a refugiarse en las zonas más oscuras del medio. La exigencia de los rosáceos es su reconocimiento impotente de que la campaña coloniza ya los espacios más ajenos a la política y de que hay una confluencia de dos búsquedas, la de los partidos necesitados de nuevos telespectadores a los que convertir en votantes y la de la televisión siempre urgida de personajes frescos a los que pasar por la trituradora del entretenimiento banal.

UPyD deja constancia de que la realidad siempre desborda a la norma: como la referencia para asignar tiempos son las elecciones generales de hace cuatro años, en los espacios oficiales los emergentes, que pueden dirimir el resultado final, casi no existen mientras que los partidos en vía de extinción ocupan los minutos que ya no les corresponden a tenor de las encuestas. Del cruce de lo legal con lo previsible salen monstruosidades como el "debate a nueve", cuando cuatro ya son multitud. Por su claridad, al final se imponen los formatos clásicos y la confrontación televisiva que marcará el punto de inflexión de la campaña es el cara a cara de hoy entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Son además los únicos que se lo juegan todo. De Iglesias y Rivera falta por saber la trascendencia de su papel complementario, todavía pueden recurrir a la benevolencia con que se juzgan los propios resultados en la noche electoral. El presidente y el aspirante socialista están privados de ese consuelo, sólo les queda ganar. Sánchez reconoce de antemano que no hacerlo sería un fracaso, sin aclarar si asumirá la derrota con la renuncia al liderazgo. La tradición sucesoria del PP, siempre por procedimiento digital, permite anticipar que Rajoy se mantendrá aunque no consiga gobernar de nuevo. La teoría de la "menina" es apenas una broma electoral de alguien que ignora que, en el improbable caso de buscar quién le sustituya, el ahora indiscutido líder del PP nunca consentiría que un potencial socio de gobierno le impusiera el nombre de su heredero.

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