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Profesor de Matemática Aplicada de la Universidad

Homenaje a Julio Verne: botar o votar

Corregir exámenes es una labor que conduce al profesor derecho al psicólogo. Me imagino que en los institutos la situación debe alcanzar tintes dramático-pornográficos. En los exámenes, aparte de ver barbaridades y errores de concepto que los profesores soportamos año tras año, se ven también otras cosas. Por ejemplo, la dejadez y la falta de interés, que se refleja en presentaciones lamentables, llenas de tachones, con caligrafías ininteligibles, propias más bien de egiptólogos, sembradas de faltas de ortografía. Yo soy afortunado porque, al impartir docencia en inglés, las faltas de ortografía se dan por sentado. No obstante, no tengo claro que todos los alumnos sepan diferenciar entre asta y hasta, o votar y botar. Y eso que les insisto en cuidar la presentación y también el contenido, aunque lo segundo es para matrícula. E incluso les penalizo gravemente en la nota, pero da igual. Les digo por ejemplo: "imaginaros que vais a un bar a comer un pincho y quedan dos. Uno jugoso y apetitoso, y el otro reseco y excrementado por una mosca. ¿Cuál comeríais?". Y añado: "no se admiten respuestas escatológicas", como las que veo en los exámenes. Todo esto es fruto de varias reformas educativas desastrosas.

No sólo los profesores estamos descontentos. Estamos delante de las elecciones del descontento y de la indignación. Por primera vez en la historia de nuestra democracia concurren con posibilidades dos partidos surgidos de la indignación: Podemos y Ciudadanos. Ciudadanos surge como respuesta al nacionalismo casposo en Cataluña, contra la dictadura del Gremlin y del 3%. Se define como un partido de centro cuyo modelo son los países escandinavos y del norte de Europa. Son conocidas sus propuestas como el contrato único con carácter indefinido, la mochila austríaca, bonificaciones en las cotizaciones a la Seguridad Social, ley de segunda y dación en pago, etc. Podemos surge del 15M y del manifiesto Mover ficha: convertir la indignación en cambio político. Al principio algunos dijeron que los indignados eran perro flautas, que eran "ninis", que si querían manifestarse que formasen un partido, etc., cuando lo normal en este país después de lo que ha acontecido, era (y es) estar indignado. También dijeron que estaban dirigidos por otros partidos, que eran la marca blanca de no se sabe qué. Las elecciones europeas en mayo 2014 mostraron que las previsiones eran equivocadas. Desde entonces su historia ha sido vertiginosa. Un país contigo es su propuesta para las próximas elecciones en diferentes terrenos concernientes a la democracia económica, social, política y ciudadana. Su programa incluye 394 propuestas, más de una por día. La más comentada ha sido el rescate ciudadano.

Ganen o no, el caso de ambos partidos se estudiará en los textos de política, dado que han conseguido poner en jaque a partidos bien establecidos que creían tener la sartén por el mango. Así todo, todavía les queda mucho tiempo para escribir su historia, para que confirmen (o no) las expectativas que en ellos ha depositado la ciudadanía. También se hablará en los libros de historia de la corrupción y de la gran estafa del siglo, que fue la crisis económica que llegó a España en 2008, que se gestó mucho antes, y que todavía dura.

Déjenme por un momento imaginar el futuro, y por tanto poder analizar el presente como si fuera el pasado. Los historiadores, forenses de la realidad, dirán sin duda varias cosas. La primera es que se hablará de la diáspora, de que de España se marcharon los mejores y aquí nos hemos quedado los peores. La historia se repite con otras expulsiones a lo largo de nuestra historia que no hace falta recordar y que nos sumieron en el oscurantismo. Se dirá que la corrupción era ante todo una falta de patriotismo y se ligará con la financiación ilegal de partidos, que quizás ya no existan en el futuro, y con la falta de una justicia independiente. Se dirá que, como ocurrió con el motín de Esquilache, siendo Carlos III monarca, los españoles, hartos de la carestía del pan y de la prohibición de algunas vestimentas tradicionales, reaccionaron igualmente contra la corrupción y promulgaron el mambo nº 5 o de la anticorrupción: 1. Los delitos no prescriben. 2. Confiscación de bienes de los culpables, de sus familias y testaferros. 3. Los partidos son responsables económicos subsidiarios. 4. Inhabilitación a vida para cargo público o contratación con la Administración. 5. La justicia será soberana e independiente, y lo legítimos será legal. ¡Mambo! También dirán (lo siento, me gustan Hitchcock y Tarantino) que un matemático loco, que en realidad no era matemático, lo había anunciado en un periódico que tenía el mismo nombre que California, LA NUEVA ESPAÑA. Dirán finalmente que, después de este periodo de sombras, vino un gran periodo de luces donde los españoles comprendieron que todos somos necesarios y que la miseria y la corrupción eran antieconómicas.

Las encuestas indican una gran incertidumbre en el voto. A muchos de los electores les encantaría poder votar en contra, es decir, "botar". ¿Se imaginan? Sería la bomba, porque no tendríamos que hacer de tripas corazón, y estoy seguro de que habría 100% de participación. Sería una buena medida anticrispación y todo el mundo estaría contento. Habría que computar los votos y los "botos", y el resultado se daría en el conjunto de los números enteros, con positivos y negativos. Estoy seguro de que algunos de los candidatos al Congreso, y sobre todo al Senado, ese gran cementerio de elefantes, recaudarían una buena cosecha de "botos".

No obstante, como el futuro no es porque todavía no ha llegado, tendremos que conformarnos sólo con votar, y con que el voto no sea rogado -como ocurre con 2 millones de nuestros compatriotas que viven en otros lares. Entre todos estoy seguro de que acertamos, porque este país no está para experimentos. Pueden interpretar esta última frase en el sentido que más les apetezca, porque de todas formas este país ya ha cambiado. El PSOE, que siempre ha utilizado este leitmotiv en las campañas, lo sabe, por eso intenta monopolizarlo. Pero no estamos para más oligopolios. También lo saben los antiguos oficinistas con gorrita y manguitos que intentaron negar la mayor, y quisieron obviar la irrupción del ordenador. Nunca se debería despreciar a un adversario político, pues eso es despreciar la democracia. ¡Y eso no lo queremos!, ¿verdad?

En cualquier caso está claro que no se ama a los cobardes, que simplemente se les quiere. ¡Maintenant, c'est à vous, mesdames et messieurs!

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