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"Braulión", esto no se nos hace

Hermano pequeño de una generación de periodistas asturianos y hermano de la misma edad de otra

A primera hora de la noche llegó la llamada que anunciaba la triste noticia: un hermano pequeño para una generación de periodistas asturianos, Jesús Braulio Farpón Alonso, acababa de morir. Hermano pequeño para algunos, ya viejos, hermano de la misma generación para tantos otros. Para Fernando Canellada, por ejemplo, que colgó el teléfono entre lágrimas desde Las Palmas de Gran Canaria, compañero de tantos reportajes de un fotógrafo de una pieza.

Un buen día, con apenas veinte años, apareció por "Región", donde se hizo un hueco porque Farpón fue siempre un modelo de esfuerzo y dedicación. Pronto dejó los estudios de Derecho y se volcó en una profesión que le apasionó desde el primer día. De "Región" pasó a LA NUEVA ESPAÑA, primero en Gijón y luego en Oviedo, con alguna estancia temporal en la "Hoja del Lunes".

Farpón fue creciendo en su vida personal y profesional al lado de todos nosotros, que vivimos codo con codo su vida familiar, su camino hacia el altar con la impagable Luisa, rota ahora por la ausencia de su marido, el nacimiento de sus tres hijos y sus aspiraciones vitales y profesionales.

Farpón fue en seguida "Gordín" y después, "Braulión" por culpa de un vecino de Tudela Veguín que pretendía insultarlo desde la grada del viejo Carlos Tartiere. La redacción vivía un antes y un después de la llegada de Farpón a ella. Siempre tenía algo que contar, alguna broma que hacer o alguna queja que expresar. O una autoironía, en lo que siempre resultó un maestro.

Fue en sus treinta años de profesión una persona querida por todos; por compañeros y por los protagonistas de sus miles de reportajes fotográficos a través de toda Asturias y de otras regiones. La broma ya la hacía él al iniciar el viaje, corto o largo: "Soy Farpón y traigo color".

Ha muerto Farpón y el silencio inundaba anoche las redacciones de LA NUEVA ESPAÑA, su casa de tantos años. Los que viajaron con él y los que esperábamos en la mesa estamos conmocionados deseando darles abrazos y compartir lágrimas con Luisa, su esposa; con Marta, Carlos y María, sus hijos; con Carmen, su madre; con sus hermanas. Ellos dirán lo mismo que decimos todos: "Braulión, esto no se nos hace". Todos tenemos muchas conversaciones pendientes contigo.

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