Rajoy eligió bien su estrategia: esperar, esperar y después esperar. Una fórmula defensiva que recuerda, a la gallega, a la que empleó con notable éxito el mariscal Kutuzov en los momentos cruciales de la invasión francesa del inmenso territorio de los zares y que supuso la dolorosa derrota de los ejércitos napoleónicos en Rusia. Como Kutuzov, Rajoy ha permitido con aparente desdén que el enemigo avance, se vaya debilitando en escaramuzas para posponer la batalla hasta el punto final. De ahí que rehuyera el cuerpo a cuerpo de los debates hasta el cara a cara con Sánchez y toda exposición pública que sobrepasara el perímetro de la cocina de Bertín Osborne. Kutuzov perdió Moscú para no perder Rusia; como Rajoy, que prefirió entregar alcaldías y comunidades autónomas en mayo para agrupar todas sus fuerzas en la batalla crucial de diciembre. Si encomendarse al General Invierno fue, como auguran las encuestas, una decisión acertada lo sabremos el domingo.
