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Alberto Menéndez

Lo general, muy por encima de lo regional

La lucha entre el bipartidismo y las fuerzas emergentes deja más aparcada que nunca la problemática asturiana

La campaña electoral toca a su fin. Una campaña distinta a todas las anteriores. El bipartidismo imperante en España y en Asturias desde la implantación de la democracia en los años setenta del pasado siglo ha dado paso a un nuevo reparto del mapa político, en donde del protagonismo casi exclusivo del PP y el PSOE se ha pasado a otro en el que, de acuerdo con todas las encuestas, surgen con fuerza otras dos formaciones, Podemos y Ciudadanos, por lo que pensar en mayorías absolutas carece de lógica.

La irrupción de estos dos partidos de nuevo cuño ha roto muchos esquemas en el devenir político diario del país. Más aún en las dos últimas semanas, en las que su presencia en los medios de comunicación se ha multiplicado. El Congreso y el Senado salientes, en donde ni morados ni naranjas existían, dieron paso a la campaña y a los debates electorales en los que los grupos emergentes se convirtieron en las grandes novedades, en las grandes estrellas, por encima, incluso, de organizaciones que sí tenían presencia parlamentaria. La demoscopia encumbró a unos y relegó a otros. Y si no que se lo pregunten a IU o a UPyD.

Los sondeos, se quiera o no, han encauzado la discusión política española en los últimos tiempos, aunque cierto es que las elecciones más recientes, tanto las andaluzas como las municipales y autonómicas de mayo, o las catalanas, han convalidado, en líneas generales, el cambio de modelo en el reparto del poder en España.

Podemos y Ciudadanos tienen el examen final del curso el domingo. Los parciales los han ido aprobando, con mejores o peores notas dependiendo del lugar, en el último año y medio. Pero en lo que han puesto todas sus esperanzas es en el gran test de los comicios legislativos. Y es precisamente esta prueba, la importancia que tiene, o al menos la que se le ha dado, la que hace que todo en esta campaña gire en torno a los grandes líderes nacionales de los diferentes partidos. No es que en ocasiones anteriores lo regional prevaleciera sobre lo estatal. No, ni mucho menos. Son unas elecciones generales, y como tal deben de ser entendidas. Pero sí es verdad que los problemas de aquí, de Asturias, tenía más cabida en anteriores campañas.

Puede que tenga que ver con esta menor presencia de lo asturiano en el debate político electoral la bisoñez de los números uno de las diferentes candidaturas que concurren a los comicios en la región. Ciertamente es complicado para alguien que se estrena al frente de una lista salirse de las directrices generales de la organización. Porque las campañas se diseñan en Madrid, y por supuesto, antes y ahora, para nada tienen en cuenta la situación, la problemática, de una comunidad autónoma determinada. Salirse de las pautas marcadas puede ser peligroso.

Lo que se le suele pedir a cualquier candidato desde las direcciones nacionales de los partidos es que no se equivoque, que no arriesgue, que vaya sobre seguro. Y eso sólo se consigue repitiendo las consignas de la organización, no saliéndose de los cauces establecidos. Más, cuando se es novato.

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