En el otoño de 1982 el periodista José Oneto le preguntó al candidato Felipe González que en qué consistía el cambio. El cambio era la frase clave de la campaña electoral socialista, que contó con entrevistas de varios periodistas a cada candidato. El político socialista respondió sin dudar: "Que España funcione". Fue un momento glorioso en unos días en los que España tenía cerca el cambio de régimen, el 23-F y los muertos que todos los días los terroristas de ETA ponían en los féretros. Pocos días después de aquella respuesta Felipe González ganó las elecciones con 202 diputados.
El domingo por la noche uno de los políticos denominados emergentes, Pablo Iglesias, anunció a bombo y platillo que se iniciaba el cambio de sistema político en España. Lo dice no con 202 detrás, ni siquiera 100, sino con 69. La España de 1982 ha hecho un largo recorrido para pasar de hacer el cambio con 202 diputados a hacerlo con 69. Un largo y curioso camino.
Un veterano comentarista afirmaba ayer que los políticos llevan hablando con lengua de madera desde que se conocieran los endemoniados resultados del 20-D. Unos y otros se apresuran a marcar líneas rojas que dicen no cruzarán sin ni siquiera haberse llamado para cruzar felicitaciones o pésames. Los votos exigen pacto, pero las primeras escenas parecen anunciar defensa de las posiciones propias y poco más. En el poco más el anuncio del nuevo sistema político desde los 69 escaños es lo más grande.
