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María José Iglesias

El balance agrario del año deja un panorama oscuro y preocupante en Asturias

María José Iglesias

La recuperación no brota en la aldea

La crisis lechera, agravada por el fin de las cuotas,y el cambio de modelo en las ayudas de la PAC estancan la renta de los ganaderos

El sector agrario asturiano tiene pocos motivos para recordar con cariño el año que termina. El 2015 trajo una crisis de precios lecheros sin precedentes desde la entrada de España en la Unión Europea; el fin de las cuotas lecheras, el pasado 1 de abril, que dio carpetazo al sistema que capitalizó a las explotaciones desde la década de los noventa; y la entrada en vigor de la reforma de la Política Agraria Comunitaria (PAC), que reconvirtió las ayudas a la producción a subvenciones basadas en la superficie.

El cóctel de acontecimientos poco favorables han provocado un estancamiento de la renta agraria, aunque en el cómputo global se haya dado un ligero aumento.

La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), advierte que la economía del sector primario se sitúa a niveles de hace quince años y lamenta una "legislatura perdida" en términos de renta y de empleo. Y es que el incremento del 1,7% de los ingresos agrarios en 2015, se debe, según esta organización, a la contención de los precios de los consumos intermedios y a que 2014 fue "nefasto" por el veto ruso a las importaciones españolas.

A todo ello se une en Asturias la clamorosa falta de relevo generacional llamada a provocar una nueva oleada de cierres ganaderos. Las peculiaridades del sector, donde las empresas pasan de padres a hijos, hacen difícil que alguien ajeno consolide una empresa. El especial régimen de tenencia de la tierra y la dispersión de las fincas disuaden de planificar nuevos asentamientos. Las organizaciones agrarias advierten que en Asturias apenan quedan 2.300 granjas lecheras, y se preguntan, hasta donde puede llegar la sangría, sin ocasionar una debacle en la producción, ya por debajo de las 600.000 toneladas anuales. La escasa rentabilidad que se obtiene de los montes y la presencia casi testimonial de la agricultura agravan la caída en picado del sector agrario, pilar de los paisajes del paraíso natural asturiano. La herida es profunda y las medicinas de lento efecto. El tratado de libre comercio que negocian la UE y Estados Unidos intranquiliza aún más a los profesionales. El sector lechero trata de esperanzarse con la mejora de los contratos, suscrita por la Interprofesional Láctea. COAG pide un observatorio de costes y mercados para vigilar a los oligopolios de energía, fertilizantes y piensos. Los ganaderos esperan la recuperación que, de momento, pasa de largo por la aldea.

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