Grandes son los retos que el Ayuntamiento de Gijón ha de acometer en el año ya próximo a iniciarse, que exigirán capacidad de diálogo, consenso y generosidad por parte de los grupos políticos con representación municipal. Sin duda, el más importante de ellos será la aprobación del Plan General de Ordenación (PGO), el documento técnico que ha de señalar las líneas maestras del modelo de ciudad que los gijoneses habremos de disfrutar -o de sufrir, si el planeamiento urbanístico no alcanza los objetivos de rigor y sostenibilidad que se le presuponen- en los próximos años.

No resulta un buen precedente que los dos anteriores planes urbanísticos de Gijón fueran anulados por los tribunales, por defectos de forma más que de fondo. Esos planes correspondieron a épocas de rodillo, de mayorías absolutas que no requerían de consenso. Ahora no ocurre así. Con un gobierno local en minoría, Foro tendrá que emplearse a fondo en la negociación con los restantes grupos, si quiere sacar adelante su propuesta urbanística. A la alcaldesa, Carmen Moriyón, y a su portavoz y concejal responsable de Urbanismo, Fernando Couto, les va a hacer falta en los próximos meses mucha mano izquierda, pues es la izquierda, cuyos escaños suman la mayoría municipal, la que más tendrá que decir en el debate urbanístico que se avecina. Los grupos municipales deben entender que el urbanismo gijonés no puede seguir sometido a tan frecuentes vaivenes judiciales y políticos, ni convertirse en arma política arrojadiza. Para que así no ocurra, es imprescindible consensuar un documento de base que recoja aspectos que contenten a las distintas sensibilidades políticas y sociales de la ciudad. No sería de recibo diseñar un modelo sin contar con la opinión de los principales actores de la vida local, incluidas las asociaciones de vecinos.

El año que ya llega será también el de aprobación del nuevo plan estratégico de Gijón, con un horizonte de desarrollo hasta 2024 y que ya lleva dos años de retraso. Si el PGO dibuja el modelo urbanístico que queremos, el plan estratégico está llamado a señalar el camino del Gijón del futuro inmediato en otros ámbitos importantes, como la economía, la cultura, la movilidad, las infraestructuras y el medio ambiente. Las cabezas más brillantes de la ciudad están colaborando en el diseño de este plan, lo cual es garantía de que las propuestas que salgan del debate en las distintas áreas de actuación serán dignas de tenerse en cuenta.

Por último, 2016 será el año en el que habrá que acometer ya con decisión y sin más demora una respuesta efectiva al problema de la contaminación. Ya existe una herramienta regional llamada a evitar que Gijón siga siendo el municipio asturiano más afectado por la polución, el plan de calidad del aire, pero será insuficiente si todos los ciudadanos no ponemos de nuestra parte en resolver el problema. En primer lugar, las grandes empresas, pero también cada uno de nosotros, utilizando más el transporte público y menos el vehículo particular, para hacer de Gijón una ciudad más saludable.