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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Que resucite Sagasta

Si la nueva política es convertir el Parlamento regional y sus pasillos en patio de monipodio nos vamos a divertir durante los próximos meses. O a lo peor nos echamos a llorar, según se mire. Que haya diputados que se asomen al hemiciclo asturiano en camiseta y aspecto desaliñado no es un drama: allá cada cual con su mal gusto. Lo que provoca desazón es que los escaños se conviertan en ventanales de una corrala desde los que se vomitan denuestos e improperios que dejan enorme mancha en la buena vecindad. Se echa en falta altitud de palabras y de miras cuando toman el micrófono sus señorías. Faltan en el Parlamento diputados con la elocuencia que Cañamaque atribuía a Sagasta: orador oportuno, enérgico, incisivo, de lógica contundente, de palabra correcta y fácil, de giros y prontos tribunicios, de apóstrofes magníficos, de ironías mortales, de exposición clara. No ilustra cuando habla, pero enardece, entusiasma, agrada.

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