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Presidente de FAPAS

¡Jabalíes al ataque!

Esto viene a cuento de las muchas noticias en las que el jabalí es el centro de atención. Dicen que en Asturias hay unos 50.000 jabalíes, y lo dicen voces científicas, eso sí, sin mayor fundamento que si a cualquiera de nosotros nos diera por decir que Asturias posee cinco millones de habitantes solo por el hecho de ver mucha gente en algunas zonas, por ejemplo, saliendo de un campo de fútbol.

No debe de haber tanto jabalí, cuando los cazadores de los concejos de alta montaña se quejan de que no salen jabalíes en las batidas de caza o que cada año se cazan menos. Bien pudiera ser porque los cazadores sufren de pérdida gradual de puntería, cosa que no creo, sino que llevan unos diez años matando año tras año a las hembras preñadas.

Y eso, sin falta de ser un sabio en ecología, cualquiera puede deducir que es justo lo que evita que una población prospere.

Sin embargo, día sí y día también, los jabalíes son noticia, bien por lo aparatoso de los accidentes de tráfico que propician con sus atropellos, o porque un cazador ha salido trasquilado. Faltaría más. Quién se pone ante el peligro, lleva el riesgo jabalinero de una colmillada en la entrepierna bajera testicular si en vez de matar al bicho de un tiro certero lo deja herido.

Un análisis serio de la cuestión ésta de los suidos nos lleva a valorar que Asturias es, por sus características orográficas y ecológicas, tierra abonada para que el jabalí abunde. Antes es verdad no era así, pero por la sencilla razón de que matar un jabalí y hacerlo chorizos, era toda una oportunidad para aumentar la despensa.

El abandono rural que es un fenómeno social vinculado a nuevos modelos de desarrollo en nuestra región, igual que en gran parte de España, y de Europa, facilita la expansión de determinadas especies. El jabalí, actualmente escasea o no es muy abundante en sus cuarteles naturales, es decir las altas montañas y abunda en las áreas semi y urbanas asturianas en función de esas oportunidades que facilita el abandono rural y la protección de las personas. Una protección que parece lógica ya que andar a tiros a diestro y siniestro donde vive la gente no parece ser lo más razonable.

A estas singularidades de la ecología del jabalí debemos de sumar lo incongruente que supone haber planificado vías y accesos para vehículos sin tener en cuenta que el territorio está habitado por fauna silvestre. La prepotencia o ignorancia del técnico y la audacia del político que ha recibido millones a espuertas de la UE para invertir compensando pérdidas de otras actividades económicas, nos ha llevado a construir carreteras sin tener en cuenta reglas básicas en el comportamiento de la fauna salvaje, condicionando que ésta, en sus movimientos y uso de territorio, se vea obligada a invadir los lugares donde utilizamos los coches. Vemos ahora el resultado con tantos accidentes.

Nos quejamos de que los jabalíes llegan y se adentran en las ciudades, o, ¿es al revés?. Las ciudades crecen e invaden la naturaleza?, más bien pienso que lo segundo. Tampoco hay que ser exagerados tratando de dar al jabalí la importancia ecológica que no tiene ya que es una especie abundante y su regulación es una necesidad, pero no se debería de confundir esa necesidad de regulación como para que se llegue a ser tan exigente planteando una queja constante sobre su abundancia, pues ésta es relativa y está directamente relacionada con los valores ambientales de Asturias, o apostemos entonces por anular el valor ambiental de Asturias, matémoslo todo y como dice el refrán, muerto el perro, se acabó la rabia.

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