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La vida y el tubo

Hoy la cosa va de Medicina, o mejor dicho, de Primeros Auxilios. Cuántas vidas no habrán salvado los tubos elásticos aplicados a tiempo y con pericia en las vías respiratorias altas. Recuerden aquellas imágenes de deportistas que sufrieron un colapso, y lo primero de lo primero, el tubo de Mayo, lo escribiré con mayúsculas MAYO, a la boca y así evitar que la lengua se eche hacia atrás por su propio peso y obstruya las vías respiratorias, y adiós muy buenas. Pues bueno, algo tan sencillo, aunque su aplicación debe ser correcta, libró el pellejo a un buen número de parroquianos. Y si esto es así, que lo es, y si el número de desmayos, síncopes o colapsos que se dan a nuestro alrededor superan el número que pensamos, la pregunta surge sola: ¿Por qué no tener al alcance de la mano lo más elemental en formato botiquín para librar el pellejo hasta que, por supuesto, la ambulancia UVI llegue al lugar del incidente? Las maniobras en esa espera son vitales. Locales públicos, con especial atención a los de hostelería, por la concentración de personal, ruidos, circunstancias ambientales incluyendo el tinto, son proclives a este tipo de colapsos. No digo que el personal deba hacer un curso de CPR avanzada, pero sí sobre unas nociones básicas de maniobras salvadoras, lo del tubo de Mayo o la maniobra de Heimlich, por ejemplo, o en su defecto, tener en el local un botiquín que, además de tiritas y mercromina, contenga un juego de dichos tubos, por cierto, nada caros. Que el personal no sabe de su manejo, solicite la presencia de algún médico, alguno habrá, somos legión, y no sabes como respirarán de alegría el galeno y el paciente si les llevas el tubito. Desconozco la legislación sobre botiquines en lugares públicos. Si no la hay o está a medias, que se aclaré la cuestión, será la mejor inversión del negocio. Por 20 euros, una vida.

Antes cité la maniobra de Heimlich. Para entendernos, quién no sepa en que consiste, les diré que permite liberar a la traquea del trozo de carne guisada que erró el camino y dar paso de nuevo al aire de la vida. Me llamó la atención en New York que en todos los restaurantes, en un rincón del mismo, había colgado un póster que explicaba paso a paso como realizar la dicha maniobra de Heimlich.

A veces la Medicina y la Cirugía son de una complejidad extraordinaria. Conseguir un éxito terapéutico y devolver la vida al paciente contempla librar una batalla con un ejército de personal y medios que raya lo imposible.

A veces la Medicina consigue librar de la muerte a una persona con unos conocimientos elementales y unos tubitos de plástico. No seamos memos, acerquemos esos conocimientos y esos plásticos a los lugares que con más frecuencia se dan los desmayos. Aplaudamos la iniciativa de Educación, que en las escuelas comienzan a dar prácticas sobre Reanimación. Hay que ver el entusiasmo que ponen los chavales dando un masaje cardíaco al muñeco. Que no decaiga.

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