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Miembro del Consejo del Fuego

Evitar los incendios: actuar sobre las causas

La resignación de las administraciones y el escaso esfuerzo en prevención

En el tema de los incendios forestales resultan especialmente preocupantes la resignación y la falta de iniciativa de la Administración Regional, que recordemos es quien ostenta las competencias en esta materia. El mejor ejemplo de ello lo tenemos en la Estrategia Integral de Prevención y Lucha contra los incendios forestales en Asturias 2013-2016, aprobada por el Gobierno hace 2 años. En este documento se dice que si nos manejamos en una horquilla de entre 1.750-1.988 incendios por año sería todo un éxito de gestión. Éste es precisamente el número medio de siniestros que se producen anualmente en nuestra comunidad autónoma desde hace años. Con esto lo que están es aceptando la situación resignadamente como si los incendios constituyesen un elemento estructural, propio y asumible en nuestra región. No hay ambición por revertir el escenario.

En lo que sí coincidimos todos es en que la piedra angular en la lucha contra los incendios es la prevención. Y dentro de ésta, conocer las causas que hay detrás para actuar de raíz sobre ellas. La clave está en averiguar el porcentaje de cada uno de los motivos que se encuentran detrás de los incendios en cada zona o comarca. Según la Fiscalía de Medio Ambiente y los informes de las Brigadas de Investigación de Incendios (el informe más detallado desde el punto de vista estadístico y geográfico realizado hasta la fecha en Asturias)), la regeneración de pastos fue la motivación responsable de las quemas en el 75,9% de los casos, seguido a gran distancia de otras como ahuyentar animales salvajes (3,08%), la caza (2,7%) o las venganzas (2,06%). Una vez conocidas las causas mayoritarias hay que actuar sobre ellas y no sobre otras porque eso sería perder el tiempo y el dinero. Por ejemplo, no tendría sentido dedicar grandes esfuerzos en adoptar medidas contra la recalificación urbanística porque esa no es una causa en Asturias, como tampoco tendría sentido realizar grandes inversiones en mantener limpias amplias fajas en las carreteras por los fuegos que pueda provocar una colilla mal apagada ya que apenas existen siniestros de ese tipo en nuestra región.

Por tanto, una vez establecidos los orígenes ahora hay que actuar sobre ellos aplicando las medidas más adecuadas. En este punto es muy importante buscar medidas eficaces pero también eficientes. Es decir, y por poner un ejemplo muy representativo, eliminar el combustible de los montes como reclaman algunos, de forma interesada, sin duda sería una medida muy eficaz porque dificultaría el inicio y propagación del fuego, pero sería una medida altamente ineficiente porque el coste económico resultaría astronómico y prácticamente prohibitivo dada la orografía de los montes asturianos. Por tanto, hay que buscar alternativas más sensatas y razonables.

El primer paso consistiría en aproximarse al mundo rural tratando de comprender el papel que siempre jugó el fuego en la cultura ganadera, lo que podríamos llamar la cultura del fuego. El fuego siempre se usó como instrumento de gestión de pastos, para deshacerse de los rastrojos de la cosecha, para limpieza de sebes y matorrales, etc. Por tanto hay que ser capaces de integrar las políticas de prevención desde esa realidad. La primera medida ha de consistir en elaborar un mapa detallado de las "zonas calientes", identificando uno a uno los pueblos y lugares donde se vienen produciendo incendios de forma sistemática. A continuación se programarían visitas y reuniones con los vecinos y ganaderos de dichos pueblos en las que se les transmitiría información seria y rigurosa sobre los efectos del fuego a corto y largo plazo. Seguidamente se trataría de encontrar de forma consensuada las mejores soluciones y alternativas al uso del fuego en cada caso, en cada monte y en cada pueblo. Esta operación sabemos que no va a ser fácil por la ancestral desconfianza del habitante del mundo rural hacia la Administración, por eso hay que ser muy cuidadosos y el programa ha de ser desarrollado por gente experta en relaciones con el mundo rural. Después las medidas a aplicar ya están inventadas: solo hay que consensuar con la población local la forma de llevarlas a cabo. Las medidas básicamente serían tres:

- Ordenación silvopastoral con roturación y mantenimiento de pastizales.

- Desbroces de matorrales y monte bajo.

- Realización de quemas controladas.

Unido a esto es preciso acotar al pastoreo para favorecer la regeneración de la vegetación quemada. También es urgente un cambio en el sistema de vigilancias de los Guardas, que actualmente consiste básicamente en colocar patrullas por los montes para avisar de columnas de humo, cuando lo suyo sería hacer "aguardos" en puntos estratégicos con el objetivo de localizar, identificar y denunciar, y que las columnas de humo las avise el 112 o quien sea pero no agentes de la autoridad que deberían estar para otro tipo de cometidos policiales junto con el SEPRONA; de hecho, el fracaso de este sistema de vigilancia se confirma con lo irrisorio de denuncias que se formulan al cabo del año. Después de años constatamos que la Consejería de Desarrollo Rural sigue aplicando las mismas medidas de prevención de hace lustros, sin ser capaz de cambiar nada pese a que resulta más que evidente que no funcionan.

Para el año 2016 los Presupuestos Generales de Asturias vuelven a recoger una partida de dinero muy importante para la defensa del monte contra incendios, concretamente 1.900.000 euros, con el objetivo de seguir aplicando las mismas y fracasadas políticas de siempre.

¿De verdad no se puede destinar una parte de esos casi dos millones de euros a explorar otro tipo de alternativas, centradas en actuar sobre las causas, a ver si funcionan, en vez de empecinarnos en seguir aplicando las viejas y fracasadas políticas de prevención de toda la vida basadas en pistas y cortafuegos? Lo dicho, un Gobierno resignado y sin iniciativa.

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