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Alegrías navideñas

No lloras, no mamas

Son éstos, de alegrías, malos días para lágrimas, aunque sean por impetrar dulcísimas subvenciones. Asturias arde, llora y ora, ¡pero ni limpia monte, ni labora!...

Llora el grande. Llora el chico. Llora el capital. Lloran el obrero y el bombero; y el minero y el camionero; y el campesino labrador y el campesino ganadero?

Lloran los apellidos grandes, como lloran los pequeños. Lloran Menéndez, Muñiz y Masaveu, por Liberbank y por cemento. Llora por subvención un Riva para "su" línea? Y lloran por subvención los Fernández de Ceceda, mientras Nicanor toca el tambor en la Abadía?

Y lloran Gijón y el puerto. Y llora Moriyón, incapaz de entender que su sostén, don Mario Podemos, la haya dejado sin presupuesto, sin pesquisar que el "obstat" no se lo puso don Mario, sino que salió de los mismísimos cascos, de su primero, por díscola y revolvina, y por preferir por compañía antes a Couto que a Coto. Y el resto del Gijón plenario, con Mariano, Josechu, Aurelio y Sarasolo, lloran por falta de presupuesto.

Hay quien no entiende; hay quien no vende; hay quien suspende? Hay quien hasta dice que todo va bien. Como hay quien no lo ve?

Para remediar al miope y al corto de vista, ahí está el remedio de las ópticas gijonesas: Navarros y Vaqueros, en pocos meses ya han abierto, en el centro, más de mil. Crecen más que crecieron las deslumbrantes agencias inmobiliarias de antaño.

Gijón, ¿paraíso de las magnas miopías y de notorios cegatos? Lo dicen las ópticas que abren, y lo dijeron las urnas que acaban de cerrarse? Ni vemos lo que de lo lejos se avecina; ni vemos lo que, ya muy cerca, anuncia nuestra ruina.

Asturias y Gijón? ¡lágrimas, subvenciones y rutinas son!?

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