El año 2015 finalizó con un PP asturiano muy beligerante con el Gobierno socialista de Javier Fernández. Hasta el 20 de diciembre. A partir de entonces, los populares de la región se han ido apaciguando. Incluso da la sensación de que los casquistas de Foro, sus coaligados, son menos agresivos con el Ejecutivo, dentro, por supuesto, de su estilo siempre áspero, bronco, marca de la casa.
La razón de este cambio de actitud por parte del partido que lidera Mercedes Fernández en la región no ofrece dudas. Si el líder del PP, Mariano Rajoy, busca incesantemente el respaldo del PSOE para lograr un Gobierno estable en España sería insensato que los populares asturianos mantuvieran la severa oposición de los últimos meses al Ejecutivo autonómico.
¡Lo que puede cambiar la vida política de un día para otro! Lo que en sí mismo no es negativo. Lo malo es cuando se incumplen promesas, se hace lo contrario de lo que se dice, se olvidan los insultos recibidos y, en definitiva, se trata a los ciudadanos como si de analfabetos se tratara. Y eso vale para el PP como para cualquier otro partido, tradicional o de nueva creación. ¡Porque anda que no ha dado bandazos Podemos!
Pero puestos ya en ese hipotético acercamiento entre los dos grandes partidos de la política española de los últimos decenios quizás no estaría mal, como gesto de buena voluntad por parte de Mercedes Fernández, una propuesta al socialista Javier Fernández para facilitar la estabilidad de su gabinete. Es decir, experimentar en el Principado lo que Rajoy considera que sería lo más positivo para España: un gran pacto entre el PP, el PSOE y Ciudadanos. Tanto en el Congreso de los Diputados como en la Junta General del Principado los tres partidos superan la mayoría absoluta.
Pero no, no parece que vayan por ahí los tiros. El PSOE -por mucho que a Javier Fernández le solucionaría su grave problema un acercamiento al PP- ya ha dicho en repetidas ocasiones que no posibilitará que Rajoy sea presidente. Y, además, con el voto del presidente asturiano.
