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Profesor de Matemática Aplicada

Siete pequeños dilemas filosóficos

Dicen los filósofos que la Filosofía consiste en plantear las preguntas adecuadas más que en buscar las respuestas, pues ya alguien las encontrará. Yo no soy filósofo, pero hago como el protagonista de un famoso chiste francés. Un amigo le dice a otro: ¡Filosofas! Y el otro sorprendido le responde: ¿Cómo que filosofo? El primero le añade: ¡Sí, como las gallinas! Y el otro extrañado le pregunta: ¿Como las gallinas? Y el primero asevera: "Bien sûr, c'est les poules qui filent les oeufs!" (¡Claro, son las gallinas las que dan los huevos!). ¿Lo entienden? Es un juego de palabras. Sólo hay que saber un poco de francés, "comme les poules!" Pues bien, puedo afirmar que yo filosofo como las gallinas. Hoy quiero plantearles varios problemas filosóficos sencillos, a lo Quentin Tarantino. Espero que cada cual busque la respuesta adecuada.

El primer problema concierne la simetría. Dos parientes se encuentran en una librería. Hace mucho que no se ven, pero se quieren y se aprecian. Ese no es el problema. El segundo ve al primero que está comprando unos libros y contento intenta presentarle a su hija. El primero reacciona muy ásperamente poniéndole a caer de un burro, echándole en cara su egoísmo, porque durante mucho tiempo no le había llamado para compartir sus realidades, tristezas y alegrías. El problema filosófico no concierne tanto en este caso a los sentimientos, sino a la simetría de los mismos. La simetría en cualquier relación debería ser una condición "sine qua non" para que esté bien planteada, es decir, sea estable. Los matemáticos sabemos que la simetría conlleva ortogonalidad, y por tanto independencia. La historia termina con un beso amargo porque el segundo se siente culpable. El amor y el respeto son conceptos que tienden a la asimetría. Un padre nunca debería invocar el respeto de su hijo, ni un maestro el de sus alumnos, pues el respeto y la maestría se ganan y se pierden cada día. Lo mismo ocurre con las relaciones de pareja, con las relaciones entre hermanos, entre iguales, etc. El secreto es simetría. ¿Ahora entienden por qué somos simétricos?

El segundo problema concierne a la endogamia. En un mitin político un dirigente nacionalista arenga las masas. ¡Tenemos que defender lo nuestro!, asevera, enarbolando una bandera creada antes de ayer. Alguien pregunta: pero, ¿qué es lo nuestro? Las masas lo linchan. ¿Debemos defender lo que creemos que es nuestro a toda costa, incluso si eso supone promover la mediocridad? Esta es una pregunta de carácter general y excede la dimensión política de las cosas. También puede ser aplicada a nivel de las relaciones humanas y también de las empresas. Por ejemplo, ¿se debería dejar el futuro de una empresa familiar en manos de un gestor de la familia incompetente? O por ejemplo, en política lingüística en Asturias, ¿se debería promover la poesía o la novela en bable aunque sea mediocre? ¿Podrían tener razón aquellos que critican el uso político del "beibol"? ¿Y aquellos que defienden la excelencia de la producción cultural en nuestra lengua? Quizás hablen de lo mismo, aunque no lo parezca, pues es verdad que si no defendemos lo que creemos nuestro, nadie lo va a hacer por nosotros. Nadie es tan tonto como para despreciarse a uno mismo. Sin embargo, eso en Asturias es posible: somos masoquistas.

El tercer problema concierne a la bondad. El problema es el siguiente: ¿puede uno dedicarse a ayudar a los demás cuando no ha sido capaz de ayudarse a uno mismo? Obviamente siempre hay casos particulares, pero carecen de importancia en este análisis, pues interesa la generalidad. La pregunta tiene su enjundia. En el pasado este dilema ha sido una de las diferencias principales entre el catolicismo y el protestantismo, y en particular con el calvinismo, originando la irrupción del capitalismo. Calvino dice a sus seguidores que la tierra posee bienes, y que debemos aprovecharnos de ellos para mejorar, y, una vez que hemos mejorado, podremos ayudar a los demás. Difícil es hacerlo antes, pues es imposible poner a la zorra a cuidar de las gallinas, o tener en una misma huerta las cabras y los repollos. Por eso los rectores no deberían tener repollos, ni cabras, ni gallinas, que defender y sus intereses deberían ser los de todos, no los de unos pocos. Es como la famosa frase que se dice en misa: "Venid y comed todos de él?". Y Mateo añade: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados". Amén.

El cuarto problema concierne al talante. ¿Es algo intrínseco de la persona o depende de las circunstancias? Cabe la duda cuando se observa cómo algunos responsables políticos que han menospreciado a sus iguales hablan ahora de "feeling". Vergonzoso.

El quinto problema lo denominaré el de la crema catalana. ¿Lo que es válido para el todo también lo es para las partes? ¿Coincide el todo con la suma de las partes, o existe desigualdad? Y si existe, ¿en qué sentido? Creo que el problema de los nacionalismos en nuestro país se resolvería si todos pensásemos que la suma de las partes excede el todo y lo que es posible para el todo, lo es para las partes. Eso se llama cohesión por mutuo interés.

El sexto problema concierne a las redes. ¿Se puede formar parte de una red y estar desconectado? ¿Existen telas de araña sin araña? Esto nos ayudaría a entender la corrupción que asuela nuestro país: "caso ERE", "caso Marea", "caso Villa-fondos mineros", "caso Bárcenas", "caso Gürtel" (que significa correa) , red Púnica, "caso Nóos" (que significa mente), etc. Pura pornografía de duques y políticos empalmados.

El último dilema es del "Joli Pinson". El bello pinzón vive en una jaula de oro, pero ha dejado de cantar. La jaula está abierta pero no puede salir, pues el halcón espera. En la jaula tampoco se está bien, porque los otros pinzones le comen el alpiste y le envenenan el agua. ¿Qué debe hacer? Dimitir y convertirse en simple gorrión. Lionel Jospin (anagrama de "Le Joli Pinson") fue candidato del Partido Socialista francés en las elecciones presidenciales de 1995 y del 2002. En 1995 fue derrotado por un estrecho margen por Jacques Chirac. En el año 2002 no logró pasar a segunda vuelta, disputándose esta elección entre Chirac y Jean-Marie Le Pen. Los socialistas apoyaron a Chirac, tras lo cual "Le Joli Pinson" anunció su retiro de la política. Se le recuerda como un hombre íntegro. Pedro Sánchez debería tenerlo en cuenta, contemplar el principio de parsimonia en lugar del modelo portugués, mandar a los demás pinzones de su partido a freír espárragos, y abandonar la política. El PSOE se desangra.

Ya lo dije al principio, me gusta filosofar, ¡como a las gallinas! Ya saben lo que dicen los belgas del gallo, símbolo de Francia. Dicen que es el único animal que es capaz de cantar teniendo los pies entre "le caca". Es un ejemplo inspirador. ¿No lo creen?

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