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Diputada con niño

Hemos tenido los ciudadanos de este país que sufrir XI legislaturas para que por fin, ya era hora, encontremos en uno de los asientos del Congreso a un personaje con más de dos dedos de frente. A partir de ahora veremos cómo las cosas pintarán mucho mejor. España entera y parte del extranjero contemplaba con auténtica ilusión, y nada de sobresalto, cómo el chiquitín de su señoría Carolina Bescansa, tras nutrirse como un campeón, se dirigía en los brazos de su madre a emitir el voto. Y lo emitió: ¡nulo! Lástima que su ejemplo no cundiera. Pero, bueno, la cosa no ha hecho más que empezar. Quién duda de que las mentes de nuestras criaturas en edades "baby" son puras, sanas y juiciosas. Necesitamos en este país un Congreso de diputados bebé. Sin malear un ápice, dicen lo que sienten y lo que quieren, además con un mínimo de palabras, una llantina sin más, y sabremos que demandan teta o que el Dodotis está como un borrachín de Camilo de Blas. Y no hay discusión, a dar la teta o a cambiar el pañal al neno. Se acabaron los monólogos interminables y somníferos, al carajo las permanentes descalificaciones de nuestros diputados que hacían de la Cámara Baja auténticas "galleras" en las que el gallo con el pico más afilado se llevaba el gato al agua. Y al presidente de la Cámara, en vez de comprarle un Candy Crush de última generación, le regalamos un sonajero, mucho más económico y más agradable al oído. Ahorraríamos también en linotipistas, pues para un rorro o tata con un bic es suficiente. Y no digamos en los gintonics de la cafetería del Congreso, que a punto estaban de acabar con nuestras pensiones; pues nada, un discreto ambigú con biberones varios y chupos de colorines. Ni qué decir tiene que adiós a cualquier sombra de incursión a lo Tejero, que se ponen todos y todas en berrinche sostenido y salen los golpistas en tropel y con los tímpanos rotos. En fin, un Congreso de bebés nos ahorraría muchos disgustos.

Pero, despierta Manolín, que estás soñando. El rapacín se irá a su casa con su mamá, que es donde mejor está, las redes echarán humo por la insolencia de la diputada con niño. Y volveremos a la "gallera" de toda la vida, para el caso con muchos protagonistas a estrenar y el gallinero bien revuelto. Vienen con las pilas recién cargadas, pletóricos de ambición. Pero eso lo omitirán, volveremos al discurso del disco rayado: que ellos sólo miran por el bien de los ciudadanos, con prioridad a los parados, que miran por la economía del país para que en Europa la marca España gane kilos, que miran por la unidad de todos los pueblos de España, que miran por la igualdad, y que miran por la sanidad y la educación, y al final acaban mirando para otro lado cuando algo incómodo se desliza entre sus manos.

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