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Patxi y el bebé de Bescansa

La sesión inaugural del Congreso tuvo dos protagonistas principales, Patxi López y el bebé de Carolina Bescansa. El veterano socialista vasco fue elegido presidente con los votos de su partido y de Ciudadanos y la abstención (se supone que cómplice) del PP, que se ha reservado mayoría en la Mesa para bloquear o ralentizar iniciativas parlamentarias que no sean de su gusto. Esa circunstancia, y el hecho de que dispone de mayoría absoluta en el Senado, le permiten un margen de maniobra muy cómodo en la legislatura si es que no se convocan pronto nuevas elecciones ante la imposibilidad de formar un gobierno mínimamente estable.

La elección de Patxi López no ha sorprendido demasiado porque es un personaje bien visto por los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, y ya fue utilizado en el pasado para desbancar a los nacionalistas de la jefatura del gobierno vasco cuando aún estaba vigente la amenaza de ETA. Los dirigentes del PSOE y de Ciudadanos explicaron que habían intentado que el partido que lidera Rajoy se sumase expresamente al pacto, pero casi nadie les creyó. Al PP le hubiera sido muy fácil bloquear la iniciativa si el candidato no fuera un hombre de su absoluta confianza y si no lo hizo es porque espera cuajar una alianza de gobierno a tres bandas con el PSOE y con Ciudadanos, la nueva marca blanca de la derecha española. La única dificultad para que tal cosa se dé reside en la aparente incompatibilidad de caracteres entre el líder de los socialistas, Pedro Sánchez, y el de los populares, Mariano Rajoy, a quien llegó a llamar "indecente" a la cara en un debate electoral. En cualquier caso, un problema menor porque cuando se acerca la posibilidad de tocar poder los gestos hoscos se dulcifican, los ojitos se enternecen, donde dije digo digo Diego, a otra cosa mariposa, choca esas cinco chaval, y pelillos a la mar. Y si, pese a todo eso, la presencia de uno o de los dos líderes enfrentados estorba a lo que conviene a la patria pues se los sustituye por otro, u otros, como acabamos de ver en Cataluña con el cambio de Mas por Puigdemont para evitar unas elecciones que pudieran poner en peligro el chiringuito soberanista. Visto el panorama, los de Podemos han puesto el grito en ese cielo que aspiraban tomar por asalto, y denuncian lo que ya todo el mundo sabe: que hay tres partidos en España (PP, PSOE y Ciudadanos) y otros dos en Cataluña (Convergencia y Esquerra) a los que, por diversos motivos, incomoda su presencia y quisieran verlos desaparecer del mapa. Por lo demás, la sesión inaugural de la nueva legislatura resultó mucho más animada que cualquiera de las anteriores, tan solemnes y aburridas (excepción hecha, claro está, de aquella de 1981 que interrumpió violentamente el teniente coronel Tejero). Hubo bastante vestuario informal, presencia declinante de corbatas y variadas formulas de jurar o prometer acatamiento a una Constitución que muchos aspiran a reformar o sustituir por otra. Pero la estrella de la jornada fue el bebé de la diputada de Podemos Carolina Bescansa, que quiso simbolizar el derecho de las mujeres a conciliar su trabajo con la maternidad. El bebé se portó muy bien y no lloró nunca.

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