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andres montes

Un aviso para Podemos

La estrategia de Pablo Iglesias para que se repitan las elecciones

Desbrozada toda la hojarasca gestual de la sesión constitutiva del Congreso, el acuerdo entre PP, PSOE y Ciudadanos que asigna los puestos de la Mesa y convierte a Patxi López en la tercera autoridad del Estado prefigura la geometría básica de los acuerdos de una legislatura tan incierta como la que acaba de comenzar. Para Podemos quedar al margen es todo un aviso de cómo su prometedora trayectoria emergente puede encoger hasta lo testimonial si Pablo Iglesias mantiene disparada la autoestima que le hace olvidarse de la fuerza parlamentaria con la que cuenta. A la vista de lo ocurrido en otros lugares en los que ya tienen representación e incluso gobiernan, Podemos carece todavía de la destreza necesaria para transmutar lo simbólico en los logros reales que esperan sus votantes. Y eso puede hacer que se convierta en una fuerza marginal en la Cámara Baja pese a sus 69 diputados.

Pero no todo es falta de una habilidad que se adquiere con la práctica parlamentaria. En que no se haya sumado al pacto de los otros tres grupos pesa también la estrategia de apurar al máximo lo que sus propios estrategas denominan la "ventana de oportunidad" del malestar ciudadano. Y eso sólo se exprime en la urnas. La desilusión más reciente en ese afán de continua contienda electoral es el pacto del último momento que evitó el retorno de las urnas a Cataluña, donde Podemos esperaba capitalizar el aura política de Ada Colau y conseguir una importante parcela de poder.

El partido de Iglesias es el grupo más interesado en que se repitan las elecciones, convencidos como están de que su potencial todavía no ha tocado techo y de que a medida que se atenúen los efectos devastadores de la crisis irán perdiendo vigor.

En esa táctica de corto alcance no caben acuerdos. Ese es el principal obstáculo para llegar ahora a cualquier entendimiento con el PSOE, a quien mueve una pulsión contraria a la de Podemos. La alta probabilidad de que sus resultados puedan empeorar hace que los socialistas sean los más interesados en evitar una nueva llamada a las urnas, que además abriría de modo irreparable sus grietas internas. Y para curarse en salud terminarán por entenderse con quien haga falta, renunciando, primero, a la aventura de un Gobierno imposible de sostener que ahora alienta Pedro Sánchez. La alternativa de un Ejecutivo socialista quedará reducida a mera cautela argumental para que nadie pueda reprocharles que no lo intentaron. A medida que el PSOE asuma su papel de cabeza de la oposición se irán destrabando los obstáculos a un Gobierno del PP y el Congreso entrará en una dinámica de acuerdos de los que Podemos quedará fuera si insiste en autoconsumirse en lo gestual y en no asumir su verdadera dimensión.

Falta saber quién encabezará el Gobierno del PP. La renuncia in extremis para evitar nuevas elecciones en Cataluña fue el último golpe bajo de Mas a Rajoy.

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