Dar nombre a una calle o espacio público en Gijón ha abierto esta semana una nueva polémica municipal. Parece que los rectores locales no escarmientan y no hay decisión en este ámbito que no genere enfrentamiento entre los grupos políticos con representación en el Ayuntamiento.

En esta ocasión el detonante ha sido llamar parque del Tren de la Libertad al solar resultante del levantamiento de las vías del ferrocarril, como homenaje a la movilización femenina que, partiendo de Gijón, logró reunir en Madrid a una enorme marea de mujeres contra la reforma de la ley del aborto que el Gobierno finalmente paralizó.

La propuesta, avalada por los grupos de la izquierda -PSOE, Xixón Sí Puede e IU-, contó con el apoyo de Ciudadanos y, sorprendentemente, de Foro, en cuyo sustrato ideológico, como en el de la mayoría de sus votantes tradicionales, no tiene sitio la defensa de la interrupción voluntaria del embarazo, al menos en los términos de la ley vigente. Sólo el PP no se adhirió a esa iniciativa, por coherencia con su ideario.

Es el último capítulo de una actuación municipal, la de modificar el callejero, que ocasionó hace unos meses que el Ayuntamiento tuviera que dar marcha atrás a la decisión plenaria de cambiar el nombre de una calle comercial céntrica, La Merced, por el del primer alcalde de la democracia, José Manuel Palacio. La fuerte contestación de los vecinos y comerciantes de esa calle, con el apoyo general de la ciudadanía, tumbó la iniciativa. Y entonces se dijo que se bautizaría con el nombre de aquel mandatario local el solar del plan de vías; pero, por lo visto esta semana, la memoria de Palacio, que ya sufrió rechazo a una propuesta anterior en la avenida de El Llano, tendrá que esperar.

En noviembre de 2013 se dio el nombre de Paséu de Mel a un espacio del barrio de Tremañes en recuerdo de un niño de 4 años, Mel Regueiro Benavente, que había muerto atropellado meses antes en un paso de peatones de La Calzada. La petición partió de la Asociación de Vecinos "San Juan Bautista" y contó con el beneplácito municipal. Casi un año después, en septiembre de 2014, se reservó el nombre de un parque de Viesques para recordar a otra menor muerta bajo las ruedas de un vehículo, Mireia Asenjo Fernández. No deja de resultar chocante alentar iniciativas que, por muy emotivas que resulten, podrían dar pie a reclamar una calle para cada persona que sufre un atropello de consecuencias trágicas.

El Ayuntamiento debe reflexionar y medir mucho las decisiones que suponen un cambio en el nomenclátor local. Y no sólo por los trastornos de tipo administrativo que la modificación del nombre de una calle ocasiona a los que en ella viven. Cualquier decisión en este ámbito debe estar avalada por el máximo consenso y ha de evitar en lo posible que genere conflicto en la ciudadanía, sobre todo cuando afecta a asuntos de fuerte controversia social. Hacer política con el callejero no parece, a nivel local, una política recomendable.