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Sol y sombra

Presidente a toda costa

La cesión de cuatro senadores por parte de Pedro Sánchez a ERC y DiL para que pueden constituirse como grupo parlamentario no puede ser entendida en las actuales circunstancias como un mero acto de cortesía. En otra vida, cabe, en esta, no. De modo que hay que pensar que el candidato socialista pretende cobrarse el favor mañana mismo, empeñado como está en ser investido presidente del gobierno a toda costa, incluso a costa de la supervivencia de su propio partido. En caso de darse esa situación de Sánchez apurando el cáliz, lo único que queda por dilucidar es cómo se va a traducir el respaldo por parte de los separatistas: si en apoyo directo o en abstención.

Mientras agita los molinos de la presión económica y ambiental a favor de la continuidad y el orden constitucional, al Partido Popular, con escaso margen de estrategia pese a haber ganado las elecciones, sólo le queda sentarse a esperar y ver cómo mueve las fichas Pablo Iglesias en función de sus urgencias para liderar la izquierda de este país. La pregunta es si Podemos está dispuesto a dar el paso imponiendo sus exigencias o, por el contrario, las va a extremar hasta lo imposible para forzar unas nuevas elecciones en las que partiría supuestamente con ventaja frente a su principal antagonista de la izquierda, bendecido por los vientos de las alianzas territoriales, ayudado por las grietas que está dejando Sánchez y empujado por una opinión pública que presumiblemente le resulta favorable. El socialismo no tiene medio líder en su candidato ni un clavo sólido donde agarrarse, y tampoco sabe hasta dónde está dispuesto a ceder y arrastrarse el nuevo aprendiz de brujo con tal de convertirse en el presidente imposible de un país desnortado.

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