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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Las rastas del Parlamento

Podemos ha decidido teatralizar su presencia en el Parlamento con una política de gestos para la galería, bien calculado. Está en su derecho, a la vista de los réditos que esta formación ha obtenido, desde sus inicios, de la utilización inteligente de la imagen que proyecta. Ir al Congreso en mangas de camisa, con coleta o rastas es una opción tan respetable como acudir al escaño con corbata de seda de Hermès. Ocurre que los podemistas son campeones en el ejercicio de la provocación, en el hábito de sacar al oponente de sus casillas. Que una veterana como Celia Villalobos caiga en la trampa de manifestar que no le importa que haya rastas en la Cámara siempre que sean limpias "para que no me peguen los piojos" es un dislate mayúsculo que se vuelve contra el PP como un boomerang. Máxime cuando el comisionista Gómez de la Serna se aferra al sillón sin que su grupo se lo afee. ¿No será peor ocupar el escaño con manos sucias que con el pelo poco aseado?

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