Vimos lágrimas, bebés, abrazos, zapatillas, "selfies", bicicletas y gestos, muchos gestos. Pero entre tanta imagen pasó casi inadvertida una cifra importante, las 140 mujeres que se sientan en el Congreso de los Diputados. Es el número más alto de la democracia, que visto con perspectiva histórica es como poner una pica en Flandes. No está de más recordar a Clara Campoamor -una de las tres mujeres que en 1931 se sentaron por primera vez en las Cortes-, como hizo Patxi López al asumir la presidencia de la Cámara, porque gracias a su incansable trabajo a favor del voto femenino, las mujeres están más cerca de la igualdad. Ha costado 85 años tener casi la misma representación que quienes en aquellos machistas debates las tildaban de inmaduras y retrógradas. Ojalá que aquellos señores, tan dispuestos a dar la vida por la república pero tan cerriles, pudieran ver la difícil pero continuada y perseverante ascensión femenina.
