El Ayuntamiento de Gijón ya funciona en términos de prórroga presupuestaria. O sea, que hay que cuadrar los números de este año siguiendo las pautas del año pasado. Un galimatías que afecta, sobre todo, al gasto. Para entendernos, cuando se prorroga un presupuesto no se construye por segunda vez la carretera que ya está acabada, pero tampoco se puede plantear la construcción de una nueva, ya que no hay partida presupuestaria que la respalde. Es decir, que el gobierno local se encuentra, en parte, atado de pies y manos. De manera que Moriyón va a tener que disputar la prórroga escasa de efectivos en la bancada y con ánimo de no llegar a los penaltis, no sea que la izquierda se los cuele todos por la escuadra. O a lo Panenka, que da más rabia. La Alcaldesa habrá de tirar de ingenio y hacer con los números encaje de bolillos, como ese MacGyver de la tele que con una oveja y un cocodrilo era capaz de fabricarse un Lacoste.
