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Alberto Menéndez

Perplejidad y desasosiego

La nueva situación política fruto de las elecciones generales del pasado 20 de diciembre ha sumido en la confusión a la mayor parte de los dirigentes de los dos grandes partidos tradicionales del país. PP y PSOE no estaban acostumbrados a lidiar con un escenario tan variado y complicado como el actual. La irrupción de dos nuevas fuerzas, Podemos y Ciudadanos, a lo que hay que unir el galimatías de Cataluña, les desconcierta sobremanera. Son demasiadas novedades a la vez, que les está costando asimilar tanto a populares como a socialistas.

Y es dentro de este clima de perplejidad en el que se inscriben las declaraciones de ayer en su visita a Oviedo de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. Los populares españoles están perplejos. Lo que resulta fácil de entender, después de cuatro años de mayoría absoluta en los que hicieron y deshicieron a su antojo. Pero es que, además, el PP prácticamente sólo tiene una posibilidad de seguir gobernando, y que pasa por lograr el apoyo del PSOE (por activa o por pasiva) en la sesión de investidura. Y como esto no es posible (al menos eso es lo que aseguran los socialistas), pues el desasosiego está apoderándose de los dirigentes conservadores, como quedó patente en las constantes referencias críticas de De Cospedal a Pedro Sánchez por su intento de pactar un Gobierno de izquierdas con varias fuerzas políticas.

Pero tan confundido y perplejo como el PP se encuentra el propio PSOE, o al menos un relevante sector del mismo. No es fácil digerir el varapalo electoral sufrido el 20-D. Pero probablemente lo que más les está desorientando a muchos dirigentes y militantes socialistas, entre los que se encuentra la inmensa mayoría de los de Asturias, es la actitud de su líder, Pedro Sánchez, quien está interpretando muy a su manera las líneas de actuación, la estrategia, que le marcó a primeros de año el comité federal del partido.

Lo que no ofrece dudas es que con los modos de actuar de antes, con la vieja política a fin de cuentas, la gobernabilidad de España está en entredicho. O se ensayan fórmulas nuevas de colaboración institucional (entre las que se encuentran la cada día aparentemente más lejana entente PP-PSOE o el pacto de izquierdas multipartidos) o habrá nuevas elecciones. Y no hay vuelta atrás.

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