Imagínense que quien ayer visitó Zarzuela para reunirse solemnemente con el Rey no fue Mariano Rajoy sino un imitador de sus tics y de su aliño barbado, de su parsimonia de tila en las venas y de su pronunciación silabeante. Un humorista de una cadena de televisión o de una radio que se coló en palacio a anunciar al Monarca lo que nadie esperaba: que el líder del PP declina ser candidato para la investidura. ¿Era Pedro Sánchez disfrazado de Rajoy? ¿O era Puigdemont con el pelo recogido? O yendo un paso más allá en el dislate: ¿Y si no era el auténtico Felipe VI quien recibió al candidato en el descansillo de la Casa Real sino un trasunto humorístico jaleado por los guionistas del programa de Wyoming o uno de los genios locos que elevan la estatura de Pablo Motos? Hay tanto cachondeo en televisión, tanto zángano ocioso idiotizando la caja tonta... En fin, tómenlo a risa; de esa forma la tortura diaria de este país de chufla torna más llevadera.
