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Cien líneas

Farsa

Ya saben "he aquí el tinglado de la vieja farsa" que así arranca el prólogo de "Los intereses creados", de Jacinto Benavente. Debería ponerse todos los días en los principales teatros de España para que los pícaros Leandro y Crispín desvelen la realidad de Pedro y Pablo, los saltimbanquis de moda y qué decir de Rajoy y tal y tal y tal. Como afirma el protagonista, "mejor que crear afectos es crear intereses".

La casta político-empresarial hispana está en modo pánico: los separatas rompen la nación. ¡Pero si esa casta lleva cuatro décadas alimentando semejantes tribus con dineros, leyes, televisiones, escuelas y culturetas! Los intereses creados.

El proceso insurreccional, ensayado por los catalanes hasta el otro día, ha muerto. Toca la vía democrática: un Gobierno progresista -como siempre se autocalifican- y con la pasividad cómplice de los restos del PP, se cambia la Constitución y se largan entre besos y abrazos los catalanes, los vascos, los navarros, los valencianos, los isleños de los dos archipiélagos, los gallegos y los bercianos.

Todo va a velocidad de vértigo. Pusieron a caer de un burro a Ana Taboada por regatear unos euros a la Fundación Princesa de Asturias y al poco la presidenta de Navarra le dijo al Rey que no lo quería ver por allí en los Premios "Príncipe de Viana" y al este del Segre van a cambiar el nombre a la Fundación "Princesa de Girona" para dárselo a Carles Rahola, autor de la sentencia "los invasores serán expulsados de Cataluña". El pacto de Perpiñán de enero de 2004 se está cumpliendo al pie de la letra. ¡ZP invictus!

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