Se nos había quedado atrás que en nuestra hermana ciudad de Oviedo -que es un interesantísimo cruce histórico de lo levítico y lo liberal-, el Ayuntamiento retiró 21.000 euros de subvención a las cofradías de Semana Santa y unos 10.000 a la Red de Juderías, que agrupa las ciudades que tuvieron barrios judíos hasta que los hebreos fueron expulsados de España. Recordamos en este punto que otros veinte y pico mil euros fueron los que la Corporación ha dejado de dar a la Catedral, de modo que podría decirse que la municipalidad ovetense es un perfecto mecanismo suicida, ya que con tan sólo 40.000 euros respaldaban, por una parte, al segundo mayor atractivo de la ciudad -y en muchos sentidos, el primero-, es decir, su templo catedralicio, y por otra, a unas procesiones de gran interés y por encima de la media (evidentemente, nos referimos a la media entre ciudades que abolieron la Semana Santa en los años sesenta y setenta y que se quedaron en pelota en materia de pasos procesionales, atuendos y demás aparataje; pero en Oviedo fue bastante lo conservado). Sin embargo, aunque pareciera suicida la disposición del Ayuntamiento capitalino, hay que reconocer que aun sin esos 50.000 euros no se van a derrumbar ni la Catedral, ni los judíos, ni las procesiones. Así pues, y paradójicamente, a la municipalidad le sale gratis el recorte, ya que nadie -especialmente un observador venido de fuera- notará la diferencia de que se den o no ayudas públicas. Esto es muy estimulante, ya que este país dará un paso de gigante cuando mande ciertas subvenciones a tomar por donde rompen los sacos.
