La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sol y sombra

Doble rasero

La corrupción, además de ser el mayor lastre para el PP, establece la excusa y la coartada para que otros no se arrimen a él. Aún así se da la circunstancia de que es el partido más votado. Y si se repitiesen las elecciones probablemente volvería a serlo y es posible que con un mayor número de votos. ¿Qué significa esto? ¿Qué entre los electores se esconde una caterva de partidarios de la corrupción o de corruptos? No, lo que significa es que hay muchos españoles que, por una u otras razones, corrupción fallera incluida, prefieren lo malo conocido antes de lo peor que puede sobrevenir.

Rajoy no es capaz de disimular su fracaso, que se acentúa con esta última mascletá valenciana. El Partido Popular tampoco ha hecho lo que debía para limpiar sus filas de ladrones y gentuza, y los escándalos le han pasado factura. Dicen que alta, pero eso jamás se sabe hasta que no se comprueba dónde alcanza el castigo. El presidente en funciones del Gobierno reflexionaba no hace mucho sobre ello. Hemos hecho las cosas razonablemente bien pero la corrupción nos ha penalizado, venía a decir.

César Luena, número dos del PSOE, un partido que si bien no llega en la actualidad a los niveles del PP pero engloba tras de sí un viejo historial de corruptelas hasta los ERE andaluces, ha respondido a Felipe González que los populares tienen que regenerarse en la oposición, que no pueden gobernar.

El problema es que quien lo dice, mano derecha de Pedro Sánchez, es partidario de abrirle de par en par la puerta del gobierno de España a un partido, Podemos, que ha puesto de ejemplo y elogia al chavismo, que ha sobrepasado en Venezuela todas las rayas en cuanto a tiranía, persecución del opositor, violencia y saqueo de los recursos públicos y privados en beneficio propio. ¿No es eso corrupción?

Cuando menos, resulta inquietante.

Compartir el artículo

stats