En la pasada edición de Fitur celebrada este enero, la marca Asturias ha salido reforzada. Ya no es sólo conocida a nivel nacional, sino que, poco a poco, también en ámbitos internacionales. Así, nos intentamos abrir un hueco como destino turístico en otros mercados como el francés o el británico y, además, ampliar el abanico de nuestra oferta más allá del turismo rural, donde Asturias fue ya una región pionera en España hace treinta años. Oviedo ha batido su récord de pernoctaciones en 2015. Y se busca la apertura a nuevos mercados, por ejemplo, los ligados al ocio deportivo, en los que Asturias tiene un enorme potencial y una ventaja comparativa sobre otras comunidades españolas.
Han pasado casi dos décadas desde que trabajé un tiempo como consultor independiente en la barcelonesa THR, consultora especializada en proyectos nacionales e internacionales de turismo, y ya no soy, desde luego, una experta en el tema. Pero este enfoque, el de la búsqueda de nuevos mercados, como los ligados al deporte de naturaleza, me parece de lo más acertado. No sólo por las múltiples posibilidades que en Asturias se pudieran llegar a ofertar y que de hecho ya se están ofertando, al contar como contamos con una naturaleza privilegiada, una naturaleza que permite pasar al visitante del mar a la montaña en menos tiempo del que incluso tardaría en atravesar Madrid en hora punta, sino también, y sobre todo, por tratarse de una economía sostenible, respetuosa con el entorno y con la conservación de la riqueza natural de éste. Esto permitiría mantener a la población en zonas rurales, crear puestos de trabajo asociados a estas actividades y evolucionar los paradigmas mentales de lo que se considera o no productivo y fuente de riqueza.
Ahora bien, permítanme hacer sólo una única sugerencia, creo que sería muy bueno para Asturias si se consiguiese mejorar la forma de comercializar toda esta oferta con fórmulas integradas, con paquetes combinados y muy especializados. Paquetes como pudieran ser los de aventura, deporte en familia, etnografía rural, patrimonio industrial, minero o gastronómico, y aprovechar incluso el nuevo museo de Fernando Alonso con actividades asociadas que consiguiesen atraer a más visitantes de todas las partes del mundo.
En esa misma línea, en la de la búsqueda de fórmulas integradas para deportes en alza, hace quince días se celebró en Siero el primer Festival del Trail & Rail, gracias a la iniciativa de visionarios como Juan Fuego. Así, las carreras de montaña proliferan por nuestra geografía, y portando sus dorsales se encuentran personas de orígenes variopintos. La Travesera de Picos, el Trail Macizo de Ubiña, la Resistencia Reino de Astur, el DesafioSomiedo, el Alto Aller, el Trail Valgrande, la Puerta de Muniellos u otras muchas, como la concurrida Batallona, acogen cada vez a más y más aficionados, que disfrutan, viajan con sus familias y dejan dinero en Asturias. Es un hecho que el running de calle, de caleya o de montaña está de moda.
Esta próxima primavera Avilés será la anfitriona para el Campeonato del Mundo de duatlón, pero son pocos aún los eventos internaciones que tienen sede en Asturias. Pienso que sería bueno que direcciones generales como la de Turismo, Cultura o la de Deporte trabajaran más estrechamente en ese sentido. Tenemos que ser capaces de tener una visión global de las cosas, buscar una estrategia de futuro y ver que el deporte no es sólo ocio, no es sólo turismo, el deporte es un reactivador de otros sectores asociados, como el textil o el de la medicina del bienestar. Y, además, el deporte implica el desarrollo de valores humanos, la visión multicultural, la integración y el respeto como forma de entender esta tierra que todos compartimos.
Es curioso y peculiar el caso de la localidad keniata de Iten, fábrica de atletas campeones y del milagroso aumento del PIB asociado al turismo que como consecuencia del deporte ha supuesto para el desarrollo de la zona. A veces los mejores embajadores económicos para un país, para una región o para una ciudad son sus destacados deportistas y los reactivadores de sus jóvenes esperanzas. Ya hemos visto que las "mareas azules" funcionan como forma de promoción. Ahora solamente nos resta cuidar todo ese potencial natural y humano, el actual y el futuro, y mientras tanto continuar animando a los más osados con un: "Corred, corred, benditos".
