Las magistradas que juzgan el "caso Nóos" han decidido no aplicar a la Infanta Cristina la doctrina Botín, de manera que la hermana del Rey no podrá eludir el banquillo de los acusados por la presunta comisión de dos delitos fiscales en régimen de gananciales. En lugar de prestarse al pasteleo de la doctrina Botín, la justicia debería, por contra, mostrarse mucho más severa con la doctrina del botín: la que han ejercido, a cartera llena, el millar de cargos públicos de distinto signo, trincones y prevaricadores, que se han visto implicados durante los últimos años en casos sangrantes de corrupción. De la Infanta se espera el ejemplo, y de los jueces, decisiones ejemplarizantes. De la acusada, que renuncie con la dignidad que aún le quede a sus derechos dinásticos. Del tribunal, que dilucide a cuánto ascendió el botín de Nóos. Y de la Fiscalía asignada al caso y de la Abogacía del Estado, mejor no esperar nada.
