La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Morán

El Cormorán

Javier Morán

Progenitor A o B, escojan

Llegamos por fin al espinoso asunto que planteó hace meses el hijo del empresario taurino Zúñiga, al afirmar que era más peligroso para la vista de un niño asistir a un desfile del Orgullo Gay que a una corrida de toros, por lo cual le cayeron arreones de todas partes, pero principalmente de los animalistas y de los gays, y, por supuesto, alguna más de los gays animalistas. Pero vamos a ser prudentes y clementes con el dicente y los reclamantes. Sólo vamos a sugerir que el lector acuda a internet y pida imágenes de dicho desfile. Inmediatamente aparecerá una imagen icónica y repetidísima: hombre de barba profusa, desnudo, con gorra y tanga de cuero, correajes sobre los hombros o cruzados sobre el pecho y, en ocasiones, zapatos de tacón. Cierto conocido nos previene de que los toreros también muestran paquete y esto nos recuerda a aquella propietaria de una fonda madrileña que sin detenerse demasiado, porque no era su objetivo primordial, observaba las taleguillas de los toreros que volvían de la faena y según lo manchadas que estuvieran de sangre sentenciaba: "Hoy la corrida no ha valido un pimiento", o viceversa. Pues bien, dejando aparte lo del bulto, lo que más llama la atención es que al lado del individuo antes descrito se puede ver tranquilamente a un chico gay con su camisina de cuadros, su barbina recortada y arreglada y sus gafinas amarillas. Reconocerán ustedes que el contraste es brutal, por lo que nos preguntamos qué tiene que ver lo uno con lo otro. Ahora bien, ustedes, padre o madre; ustedes, progenitor A o progenitor B, observen dicha imagen icónica y después acudan a la habitación de su hijo o hija, y como si una fuerza irresistible les obligara a escoger digan en voz alta si llevarían a su criatura a una corrida de toros o a un desfile del Orgullo Gay. Nada más y muchas gracias.

Compartir el artículo

stats