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Nueces de California

Bolonia y la dictadura del PowerPoint

Los errores cometidos en la reforma de la Educación Superior

Siempre me ha llamado la atención que incluso las personas más sensatas, cuando llegan al poder, es decir, a puestos de mayor responsabilidad que los que tenían hasta ese mismo momento, cambian diametralmente su manera de comportarse e incluso niegan situaciones evidentes, aunque no hayan sido sus creadores. Esta manera de autoconvencimiento es en mi opinión fruto de la desidia y de la mediocridad, pues no entiendo qué cuesta reconocer errores e intentar reorientar la nave hacia un futuro mejor. Esto ha ocurrido con la adaptación que se ha realizado en las universidades españolas con el sistema de Educación Superior, más conocido como Plan Bolonia. Todo comienza en 1999 cuando varios ministros de Educación firman una declaración conjunta que dio inicio a un proceso que se decía de convergencia y que tenía como objetivo: "facilitar el intercambio de titulados y adaptar el contenido de los estudios universitarios a las demandas sociales, mejorando su calidad y competitividad a través de una mayor transparencia y un aprendizaje basado en el estudiante, cuantificado a través de los créditos ECTS", bla, bla, bla, bla?

Esta es la típica verborrea que se suele escribir, pero aún queda lo más complicado: implementarlo. Bolonia en España se ha hecho mal, muy mal, pues hemos acortado el camino por la mitad, aprobando una reforma sembrada de contenido ideológico propia de pedagogos pasados de moda, que han intentado incrementar la praxis a costa de laminar la exposición de conceptos teóricos, con tutorías grupales inútiles, que en muchas carreras y asignaturas hemos tenido que vetar, y una multiplicación de microasignaturas que hacen que los alumnos vivan perpetuamente estresados y no tengan tiempo (ni ganas) para sedimentar aquello que se les enseña. En Francia se dice "Gaver le canard". Nos hemos cargado las ingenierías superiores y también las técnicas creando grados insulsos de cuatro años, algunos de los cuales (agárrense los machos) no poseen atribuciones profesionales. Esto es un error, porque no todos los alumnos que cursan una carrera técnica están preparados para estudiar una ingeniería superior dado que no poseen el talento ni tampoco la motivación. Y todo se riega con másteres de calidad mediocre y matrícula elevada. Y la fiesta la pagan las familias. Ante la depauperación de los grados los más pudientes pagan los mejores másteres a sus "garotos". "¡Vive l'égalité d'opportunités!"

No entiendo cómo hemos llegado a un callejón cuya única salida ha sido la mediocridad. En mi generación las ingenierías superiores duraban seis años y las técnicas tres. El primer año era común a todas las carreras, incluida arquitectura. Hoy en día esta universalidad se ha perdido. Todos terminábamos con trabajo. En otros países de nuestro entorno la adaptación al sistema de Bolonia no se ha realizado de modo tan chapucero. Por ejemplo en Francia las escuelas de ingeniería no han modificado su manera de actuar desde Napoleón: poseen dos años de escuela preparatoria en la que estudian las herramientas básicas para entender los conocimientos de la ciencia y la tecnología, es decir, Matemáticas y Física. Los que entran lo hacen con un examen a nivel nacional y/o dosier de motivación, y los que no se quedan fuera. Luego la formación termina con tres años más en los cuales los alumnos adquieren una formación de tipo máster que les permite realizar en tres años una tesis doctoral en empresas en colaboración con un laboratorio de investigación universitario. Esto es lo que denominan tesis CIFRE, que es el acrónimo de Conventions Industrielles de Formation pour la REcherche. El coste mínimo anual de una tesis CIFRE es de 23.484 euros y la empresa destina al laboratorio una subvención media de 10.000 euros al año. Es decir, en Francia un alumno en una gran escuela de ingeniería a los 23 posee máster y a los 26 puede poseer un doctorado de carácter industrial y también un puesto de trabajo en la empresa que financia el doctorado o en otra, porque se los rifan. Y todo el mundo gana.

¿Se dan cuenta lo pobres que somos en voluntad y en ideas? ¿Entienden ahora la noticia de la semana pasada que afirmaba que muy pocos alumnos extranjeros eligen la universidad española para cursar sus estudios? No hablo de los "ignorados" Erasmus, que eligen la universidad española con el espíritu "Auberge-Espagnole". Hablo de que las perspectivas de trabajo para universitarios con muy buen expediente y formación en España es un vía crucis. ¿Quién va a venir aquí en tales circunstancias? Los chinos, que son muchos.

Además, el sistema de Bolonia no sólo ha afectado a las carreras técnicas, sino a todas las titulaciones. Para más inri las asignaturas que se consideraban básicas en las diferentes titulaciones y que contaban con un temario consecuente y unos créditos para su impartición adecuados han sido masacradas, pero los temarios no se han reducido en volumen. ¿Cuál ha sido entonces la solución? Muy sencillo: ir más rápido, adaptando para ello los cursos a PowerPoint, programa de Microsoft que sirve para hacer presentaciones profesionales. ¿Se imaginan ustedes explicar Matemáticas o Física sin pizarra, dándole a la tecla y haciendo desfilar diapositiva tras diapositiva? ¡Somnolencia absoluta sin necesidad de valeriana! En algunos centros incluso han desaparecido las pizarras tradicionales y se han substituido por "mierdecillas" de plástico. Esto es un sinsentido y una vergüenza. Llegará un momento en que los profesores no sabrán dar clase si se les estropea el proyector. Estamos matando la gallina de los huevos de oro cargándonos el hecho docente, que es realmente donde se mide la maestría. Bolonia ha significado la dictadura del PowerPoint, un descenso significativo de la calidad de los estudios, un encarecimiento de los mismos y mucho estrés para los estudiantes, que andan todo el día de la ceca a la meca haciendo prácticas que no entienden porque no poseen el constructo teórico adecuado. Y eso los profesores lo saben, y cuando se les habla de que hay que hacer que el temario sea más consecuente, responden que no se puede, que eso viene de arriba, es decir del BOE. Y si no se puede contradecir al BOE, ¿para qué coño hemos sido contratados?

Ya saben los nuevos candidatos a rector por dónde empezar. Es primordial revisar los planes de estudio y organizar mucho mejor la docencia: los alumnos no son cobayas. Para ello será necesario que ciertas asignaturas pierdan importancia, ganándolas otras. ¿Cuáles? Obviamente cada titulación tendrá las suyas y dependerá de aquello que se quiera formar. En el caso de las ingenierías se necesitan unas matemáticas mucho mejor impartidas y focalizadas en la tecnología. Y ya verán cómo no es necesario crear dobles ni triples grados si nuestros jóvenes salen bien formados. Y una vez arreglado este desaguisado, pónganse con el internacional, que está mangas por hombro y no posee medios suficientes.

No obstante, soy consciente de que la solución que acabo de proponer forma parte del problema, porque es imposible que la zorra cuide de las gallinas. ¡En fin, creo que tendré que seguir soñado con las pizarras del MIT!

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