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Sol y sombra

Mascletá y fin de fiesta

Generalmente lo que distingue una mascletá de otros disparos pirotécnicos o explosiones en cadena es el ritmo. Los masclets deben ir de menos a más, con un final apoteósico. Y eso, como sucede en las tracas valencianas, es lo que ha ocurrido exactamente en la corte de los milagros de Rita Barberá, cuyo cerco se estrecha.

Todo su equipo de confianza, casi medio centenar de dirigentes, concejales y exconcejales, asesores, etcétera, figuran ya imputados por el juez para responder de un delito de blanqueo de capitales. Al parecer tan continuado y excesivo que ha llevado a la propia hermana de la que fuera alcaldesa de la capital del Turia, su jefa de gabinete, a reconocer en una conversación grabada por la Guardia Civil que se estaban pasando. No creo que haya nadie en este mundo que lo dude: el espectáculo, como el de los fuegos, ha ido in crescendo hasta el punto de que pudiera parecer una hipérbole comparado con el rastro que ha ido dejando a su paso la podredumbre popular valenciana.

Más que a reírse el asunto invita a llorar, pero Luis García Berlanga, conocedor del alma de su tierra, hubiera hecho de él una nueva entrega episódica de su patrimonio nacional. De hecho, antes de morir, ya se había puesto, en cierto modo, manos a la obra con "Todos a la cárcel", que se desarrollaba, como recordarán, en la cárcel Modelo de Valencia.

La película, de 1993, resultó ser premonitoria de lo que sucedería en adelante, pero hay que admitir que ni su tono astracanado es capaz de superar la traca valenciana de nuestros días, que ha estallado en la misma cara de Mariano Rajoy en un momento terriblemente inoportuno para sus intereses. No hablo ya del país.

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