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Alberto Menéndez

Contra los vetos

Ya es oficialmente candidato a formar Gobierno. El Rey le propuso ayer a Pedro Sánchez la misión de intentar buscar los apoyos parlamentarios suficientes para ser presidente y el político socialista no podía ocultar su satisfacción. Porque en ningún momento después del batacazo electoral del 20-D (los peores resultados electorales del PSOE desde la instauración de la democracia) al secretario general socialista se le pasó por la cabeza no ya dimitir sino incluso renunciar a la posible investidura. Ése era su gran objetivo, a pesar de todos los peligros que representa para él, y lo ha conseguido. Pero si el camino recorrido ha estado lleno de obstáculos el que le queda hasta la hipotética votación en el Congreso probablemente vaya a ser más tortuoso.

Pedro Sánchez se mostró ayer pletórico, convencido de que va a salir airoso del difícil trance que le ha tocado en suerte. Concretar, no concreto mucho, más bien muy poco. Es como si todo lo basase en su capacidad de persuasión, que, tras lo visto últimamente en los comités federales de su partido, no parece ser mucha.

De sus palabras se desprende (sólo eso porque evitó precisar nada) que Sánchez ve factible lograr apoyos a derecha e izquierda, transversales, es decir, de Podemos como de Ciudadanos. La fórmula mágica sólo la conoce él. Tanto Pablo Iglesias como Albert Rivera no se cansan de repetir que donde esté el uno no estará el otro. Así y todo, el líder de los socialistas cree que estos vetos acabarán desapareciendo porque así lo demandan los españoles, que el 20-D se decantaron por una nueva política, por una política en la que prevalezca el diálogo.

Si hay algo que no se le puede reprochar al secretario del PSOE es su constancia. Por eso se puede dar por seguro que va a perseverar, que no va a decaer en su intento de ser presidente. Lo logre o no, lo que sí tiene asegurada es una muy elevada cuota de protagonismo en las próximas semanas, lo que quizás le sirva, si no comete errores de bulto, para, al menos, reivindicarse ante una importante parte del PSOE que discrepa de muchas de sus últimas decisiones. Eso sí, siempre y cuando no se salga de los límites que le han marcado.

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