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Cien líneas

Volarán

Los pronósticos se están cumpliendo al pie de la letra. Al menos, los míos. Pedro Sánchez ya es el candidato y habla con Garicano, el último enemigo del AVE asturiano. Como los socialistas siempre han votado contra ese ferrocarril, está asegurado un primer punto de encuentro.

El PSOE sigue el manual de cualquier negociación: desaires a los que acabarán siendo sus socios principales y carantoñas a los cuates menos importantes para así darles celos a los supracitados.

El reparto será el clásico de la socialdemocracia: una política económica de ajuste duro si hay crisis, que la hay y por mucho tiempo, y una política social demagógica. En el caso de España, la agenda demagógica incluye ingeniería social, odio caza curas y resentimiento por complejo de inferioridad gigantesco ante todo lo que suene a conservador.

Ya saben, un pájaro y sus dos alas. El cuerpo -¡y el pico!- para el PSOE, la extremidad económica para Ciudadanos, y la social en manos de Podemos.

Ah y María Luisa Carcedo orbitando el astro Sánchez -y la luna Adriana Lastra- quizá deje con un palmo de narices a Javier Fernández -cada día me cae mejor-, quien acosado por la izquierda en la Junta General del Principado, como nunca le había ocurrido a los socialistas, y sin poder apoyarse, como siempre, en el PP porque es un partido aquí, allí y allá en plena descomposición sólo le queda el modelo Sergio Marqués: un enroque muy en corto y a observar las nubes desde el chalé de Somió. Por cierto, ¿quién reconstruirá la derecha política asturiana? Se admiten apuestas.

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