Son muchas más las cosas que ignoramos que las que sabemos y para paliar un poquito esa situación prometemos leer cuanto nos sea posible de la cántabra Ana de Miguel Álvarez, filósofa del feminismo que acaba de recibir el galardón de "Comadre de Oro" de la Tertulia Feminista Les Comadres, la de aquí. La verdad es que su intervención al recibir el premio de las severas feministas gijonesas no nos ha entusiasmado demasiado. Por ejemplo, "estamos regresando al rosa y el azul". ¿Pero es que alguna vez se han ido? Otra: "Los medios de comunicación siguen tratando a la mujer como simples cuerpos". Ojo, aquí jamás hemos tratado a Les Comadres desde el punto de vista de su corporalidad manifiesta. Más: "A las niñas se las sigue marcando nada más nacer con unos pendientes". En esto vamos a detenernos porque hay feministas radicales -tóxicas- que equiparan los pendientes con la ablación de clítoris o el grabado de la estrella de David en los judíos. Una chica cuyos padres hayan considerado intocable su cuerpo podrá llegar a la mayoría de edad y ponerse pendientes (o no), pero nunca elegirá lo otro. El caso es que incluso el feminismo moderado, el que nos ocupa, se ha empeñado contra los pendientes por considerarlo un marcaje del sexo, pero tal crítica acaece idéntica desde hace medio siglo como si en los últimos años los tatuajes y las perforaciones voluntariamente realizadas fueran exclusiva o patrimonio del sexo masculino, del femenino, del transversal, etcétera. Dicho de otro modo, tenemos la impresión de que se da un feminismo anticuado, decadente y agotado. En cuanto al cuerpo, De Miguel censura su uso interesado a manos del neoliberalismo, pero lo que nos sorprende es que otras patrocinadas por Les Comadres, el grupo Femen, explique abiertamente que sus cuerpos son sus principales armas, como es comprobable por el registro audiovisual de sus intervenciones. Pero hay que reconocerle Les Comadres que son capaces de esta repicando y en la procesión.