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Doctora en Ciencias de la Información, es experta en Género y Comunicación

Cuando los bebés perturban

La estabilidad del espacio público y el hijo de Bescansa en el Congreso

El efecto que produce el hecho de que aparezcan nuevas formas de estar y ser en política puede ser doble. O bien las integras en tu mundo simbólico, siendo consciente de que tendrás que hacer un esfuerzo para lograrlo, ya que la gente está acostumbrada a aceptar solo lo que casa con los programas ya instalados en su mente, es decir, con su ideología. O, por el contrario, muestras tu rechazo de la peor manera posible, haciendo declaraciones inoportunas.

Esto último es lo que pasó a bastantes personajes públicos, tanto de la política (incluso feministas) como del periodismo, cuando interpretaron la presencia de un bebé en el Congreso. Un periodista llegó a hablar de "obscena ceremonia láctea". Otro dijo que eran "ganas de dar la nota". Y una periodista escribió que Bescansa había exhibido al niño "como si fuera Chabeli Iglesias"; es lo que tiene pensar que todas las mujeres somos iguales: las que viven del cuento y las que quieren que el cuento se acabe para las que viven del cuento. Hubo quien dijo que el bebé tendría un padre que debería haberse quedado con el niño, mostrando, por una parte, el arraigado tópico de la familia tradicional, que no era el caso y, por otra, ignorando las estadísticas que muestran que los padres españoles apenas se corresponsabilizan de los cuidados y las tareas domésticas.

Se dijo, también, que estaba reforzando el rol de madre cuidadora. No siempre la imagen de una madre con un bebé en los brazos tiene el mismo significado; el contexto es fundamental para interpretar la imagen; llevar a un bebé a la Cámara Legislativa es un acto político y el hecho de que Bescansa haya sido el blanco de todo tipo de críticas lo confirma.

Por eso creo que fue una provocación pertinente que Bescansa llevase a su hijo al Congreso el primer día de esta legislatura. Quienes sufren de ideología conservadora y patriarcal, y prestan muy poca atención a los problemas de intendencia y cuidados en el espacio privado, alzaron sus voces airadas por tener que ser testigos en "su" espacio público de tareas y responsabilidades que creen deben permanecer ocultas en el espacio privado. Les inquietó hasta extremos absurdos tener que oír términos tan poco habituales en su vocabulario como maternidad de "apego", conciliación o corresponsabilidad, o "vómitos de bebé"; es decir, el léxico "naturalmente" implantado en el lenguaje femenino diario, pero ausente en el espacio masculino público.

Este es el problema fundamental que subyace en la serie de críticas a la decisión de Bescansa. Irrita que se cambien las normas seculares: Lo que está bien, perfecto, en el espacio privado no hay que trasladarlo al espacio público y, además, al espacio público por antonomasia, al Congreso. La prole tiene que estar recluida en su espacio propio: en las guarderías -insuficientes, además- o en el hogar. Así, lo que hizo Bescansa fue desestabilizar el orden establecido, desafiando los estereotipos y roles de género dicotómicos, tan masivamente aceptados, incrustados en nuestro imaginario e implementados tanto por ellos como por ellas.

La falta de modelos alternativos, que traten de romper con los estereotipos y roles de género asignados a las mujeres, es también la razón por la que ha habido tan pocos gestos de apoyo. Desembarazarse y hacer frente a los estereotipos y roles tradicionales de género en la vida diaria, sea personal o política, es una práctica política excepcional; posicionarse con quienes los rompen, un atrevimiento política y socialmente imperdonable.

Las mujeres hemos invadido el espacio público siempre desafiando el statu quo: cuando queríamos entrar en la Universidad, cuando hemos querido trabajar en empleos tradicionalmente masculinos o, simplemente, cuando empezamos a conducir. ¡Fuera, fuera, a fregar!, nos gritaban, alborotados, cuando sentadas al volante de un Seiscientos nos veían circular por la calle, insultándonos porque ocupábamos "su" espacio. Desafiamos los roles de género y su indignación, y ganamos.

Estamos aquí para quedarnos: licenciándonos con currículos brillantes, conduciendo coches y discutiendo leyes en el Congreso. La humanidad siempre ha avanzado desafiando lo establecido.

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