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Sacerdote

Otro jubileo

Estando a las puertas del centenario que marcó la ruptura de Lutero con la Iglesia (1517), a causa fundamentalmente del problema de las Indulgencias, posiblemente hubiera sido ecuménicamente más oportuno, al par de abrir el portón indulgencial de este Jubileo llamado de la Misericordia, abrir de alguna forma otras puertas a los hermanos separados, admitiendo algunos de sus puntos de vista discutibles en sana teología, buscando más lo que nos une y dejando a un lado lo que nos separa, encauzando las posibles malas interpretaciones y falta de entendimiento que hemos mantenido y sufrido por ambas partes a través de la Historia?; todo ello también sería atravesar una puerta -hermosa y grandiosa puerta- y ganar un auténtico jubileo, aunque no fuera acompañado de indulgencias.

Ese fervor por traspasar los umbrales de suntuosas basílicas y artísticas catedrales (¿por qué no la de una humilde iglesia de aldea?) para ganar una indulgencia plenaria, y ese afán de peregrinar, y hacer camino, y visitar santuarios y lugares de supuestas apariciones, sin restarle nada a la fe y al fervor que ponen en ello algunos, parece pecar no pocas veces de una especie de sacramentalización o topolatría, debiendo a mi modo de ver encauzarse de otro modo más evangélicamente ecuménico. Uno no puede dejar de escuchar aquí las palabras del profeta Jeremías: "Oíd la palabra de Yavé todos los que pasáis por esas puertas?" (Jer. 7, 2 y ss.). Porque estando como estamos cerca del umbral de un centenario que rompió la iglesia en dos y luego en más, ¿por qué esa fiebre de volver a Roma a ganar indulgencias? ¿No sería más eficaz atravesar también la puerta de la sinagoga, de la mezquita o de la iglesia luterana, tal como nos está sugiriendo y llevando a cabo el Papa Francisco con sus visitas a esos lugares y sus elocuentes palabras pronunciadas en ellos?

Escuchando al profeta también habría que atravesar y de igual modo los umbrales de la caridad y de la fraternidad cristiana, la puerta del anciano abandonado, de la persona enferma o triste? interesándonos de verdad por sus problemas, evitando aquello que pudiera ser motivo de fricción o antipatía, obviando viejas querellas en las que suele prevalecer más el amor propio y un malsano aunque connatural afán de protagonismo que la razón y la caridad evangélica.

Incluso sin duda perdonaría el reato de la supuesta "pena temporal" dedicar parte de nuestro dinero, no solo del invertido en viajes/excursiones de jubileo sino incluso distrayendo alguna parte del sueldo o nómina, en lograr que una familia necesitada y en apuros lograra cruzar el umbral de la pobreza, y acaso hasta la puerta hipotecada de su vivienda de manera que pudiera encontrarse en ella sin tantos aprietos. Todo ello creo que también sería no solo un motivo de gozo en el cielo y a la vez de alegría para los beneficiados sino un verdadero jubileo, otro jubileo. Y de igual modo creo que sería tan grato o más a Dios que el traspasar la puerta más historiada e indulgenciada con visita papal incluida, y sobre todo (siempre a mi personal modo de ver) mucho más conforme con el sentido evangélico de la Misericordia.

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