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Javier Morán

El Cormorán

Javier Morán

Pesadilla fascista

En la pesadilla de ayer vi un cartel de decía: "Los Adolfos y su madre buscan piso en Alcobendas", pero no era un grupo punk, sino de titiriteros y delante de su escenario hay niños con cara de tenor y adultos con rostro de jabalí. Unos lloran y otros ríen, pero todos con una mueca bestial. Los Adolfos son contrahechos, lucen bigote pequeño, flequillo y raya a un lado. Prologan su obra: "Henos aquí haciendo justicia, y 'henos de Pravia' para lavar el baldón y la mancha que nos agravia". Se desternillan, levantan el brazo y estiran la palma. El público estalla en llantos y risas espasmódicas. Uno de ellos se viste de empresario gasista y coge por el cuello a un parado que lleva una camiseta morada: "Te voy a cortar todo tu gas: el de tu casa y el que tú produces internamente". Le destripa y sale confeti. Entra una desahuciada amoratada y el segundo Adolfo la marca con un hierro candente en la nalga. "Outsider", dice la quemadura de chocolate. Tercer cuadro: un plutócrata de las telecomunicaciones coge a un militante de Podemos y le dice: "¡Oh, tupamaro, te voy a empoderar!". Le arranca una de sus rastas, incluida una pequeña porción del cuero cabelludo. Sale un hilillo de sangre de salsa de tomate. Último acto: Bescansa entra con su bebé y el Adolfo más alto se disfraza de Poseidón: "Este nene necesita una experiencia profunda". y le arranca la criatura de las manos. Final. Éxtasis y gritos apoteósicos. "¡Viva el fascio de Tikitistán!", exclaman los Adolfos. El público se descoyunta de gozo y sorpresa. Más tarde, una alcaldesa con voz de arriero pide perdón detrás de los visillos. Me despierto. Abro el periódico y veo la foto de los ediles de Podemos en el Pleno del Ayuntamiento de Gijón. Su cartel reza: "La sátira nun ye delitu". Admiro su espíritu generoso con los nuevos vecinos de Alcobendas.

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