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La sabiduría de la humildad

Mario Camus escribe con lápiz en papel amarillo. No entró por el aro del imperio de la tecla. Porque lo bueno, si sencillo, dos veces bueno. O mil. Y con la sencillez que caracteriza a los maestros de ley, Mario Camus se reunió con los vecinos de Cangas de Onís y los afortunados de otros lugares a los que nos llegó la onda de su visita. Artífices del evento: Marga y Celso, del Ateneo "A la sombra de un sifón", aportan su buena disposición y algunos euros para que en su restaurante, además de los fritos de bacalao y el queso gamoneo, se consuma cultura a raudales. Allí los fines de semana el vecino o el turista se encontrará, al caer la media tarde, un concierto de música de cámara, o de rock duro o blando, o un recital de poesía, o una performance de fantástica hechura, o la presentación de un libro, en fin, pida usted por esa boca la faceta cultural que no encuentre en la repisa de los sifones y el dúo Marga/Celso se pondrán a ello.

En esta ocasión, Luis Salcines, editor e hijo adoptivo de Cangas de Onís, y Jesús Herrán, también editor, nos trajeron de la mano a Mario Camus. ¿A hablar de cine y literatura? Por supuesto, el genial paisano, desde la sencillez y afabilidad que le caracterizan, en una charla "guapa" nos desveló claves de su cine tan enraizado en nuestra mejor literatura del XX, de la confección de un guión, del otro cine alimenticio con Raphael y Sarita Montiel, de las soluciones para sacar adelante a nuestros jóvenes valores del cine, también se tocó el teatro y repasamos su reciente colección de relatos: "Quedaron esas cosas". Sobre el papel amarillo de los originales, el lápiz de Mario plasmó fiel testimonio de una memoria viva, dulcemente retocada por la nostalgia y la naturalidad. Gozada la lectura de sus doce relatos.

Pero, sobre todo, Mario Camus se deslizó por el terreno en el que se encuentra cómodo: la conversación. Un gran conversador no es el que más tiempo habla, entiendo que es al que más tiempo le concedemos para hablar porque lo que dice atrae, capta y no deseas que termine. Casi como en misa, los afortunados nos enteramos de sus complejos cuando niño llegó del pueblo a la capital, a Santander, y andaba como un pulpo en un garaje. Perdido por la ciudad el niño de aldea desconocía el teclado de la ciudad. Y se hizo fuerte en su colegio de Lasalle demostrando a los demás mozuelos sus profundos conocimientos sobre árboles y pájaros. Mario está otra vez en Santander. Si preguntase hoy a un rapaz de la calle si lo que tiene delante es un roble o un castaño, es posible que le respondiera como antaño: "Es un árbol".

Y termino con una cita que a Mario Camus le acompaña en sus obras, la tomó de T. S. Eliot y dice: "La única sabiduría que podemos adquirir es la sabiduría de la humildad". El genio se aplicó el cuento, ya podíamos el resto seguir su ejemplo.

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